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 domingo, 31 de julio de 2005  
Mirtha Legrand habla de la vuelta a la televisión y de su debut radial
"Mis almuerzos fueron muy vapuleados y amados pero la gente siempre los ve"
La diva, que regresa a la pantalla de América el 8 de agosto, dijo que este año se despide de su clásico ciclo

Pedro Squillaci / Escenario

Está en su mejor momento, aunque Mirtha Legrand siempre parece estar en mejor momento. En la charla con La Capital se suelta como si estuviese ante una cámara o, mejor, en la radio, que asegura que es el medio donde se siente "más espontánea". Pese a que regresa a la televisión el próximo 8 de agosto por la pantalla de América en sus clásicos almuerzos, se la nota como enamorada de la radio. "La gente de radio es menos competitiva y más afectuosa que la de televisión", asegura en referencia a su programa "Mirtha en La Red", que va de lunes a viernes, de 17 a 19, por La Red. El romance con los almuerzos, ahora sí, parece que llegará a su fin: "Voy a hacer estos últimos cuatro meses porque creo que los almuerzos se merecían una despedida a toda orquesta".

-¿Cómo se siente trabajando en radio?

-Muy a gusto, felicísima de estar en la radio, todos los días deseando que llegue la hora para ir a la radio, mire usted, a esta altura de mi vida, parece mentira.

-¿Usted nunca había hecho radio?

-No, no, no, había hecho algo como actriz, hace muchos años, con mi hermana Silvia, pero fue hace muchísimos años. Pero conducir un programa nunca, y la verdad es que me ha resultado muy placentero, ésa es la palabra.

-¿Qué la motivó volcarse hacia esta nueva actividad?

-Me lo ofreció Carlos Avila, uno de los dueños de la radio, me dijo "Mirtha, ¿no quiere hacer radio?" y le contesté "ay, no, no, con la televisión es mucho trabajo"". Y me dijo "Pero mire que le va a gustar", y lo pensé un poco y me dije "Y por qué no voy a hacer radio. Bueno, vamos a probar un mes a ver qué pasa". Y pasó que fue muy bien, que a la gente le gustó, y yo me noto más espontánea en la radio que en la televisión.

-Qué raro, porque son muchos años trabajando frente a una cámara.

-Pero yo me siento más a gusto, quizá porque no hay una cuestión en que uno tenga que cuidar la parte estética, aunque por Internet me están viendo todo el tiempo. Pero es muy placentero, tomo un té, me divierte, me apasiona, y es una comunicación directa con el público. Porque si usted piensa yo no dialogo con el público en televisión, aunque el programa vaya en vivo, en cambio aquí tengo un trato directo, me presentan sus inquietudes, su admiración o algunos reparos, pero bienvenido sea. Además, he descubierto que la gente de radio es distinta a la gente de televisión, absolutamente.

-¿En qué radica la diferencia?

-Es menos competitiva, no está el tema de la medición diaria, de los puntos, del rating, es más afectuosa, y aunque a usted le parezca una tontera todos los días llego y nos saludamos con un beso con todos mis colaboradores, y en televisión es "hola, que tal; hola, que tal" (risas). También hay más exigencias en la televisión, ¿no?, pero todo es como más distendido, más hogareño, más doméstico, ésa es la palabra.

-¿Y va sin pintarse o se arregla igual?

-(Interrumpe) No, no, no, no, yo voy impecable (risas) peinada, maquillada, vestida, porque yo soy co-queta, ah, y perfumada, he llegado hasta a perfumar el micrófono porque está revestido de telgopor, no sé de qué material es (risas). Siento que el ambiente de radio es más optimista, no hay rivalidad, no hay envidias, no hay celos. A lo mejor los hay, pero no se nota.

-Sin embargo, vuelve a la televisión con los almuerzos, en un formato clásico al que no se puede resistir.

-Yo creí que no iba a volver ya, y la verdad es que no me desesperaba porque le soy sincera, ya me había acostumbrado a esta vida de ir a la radio y levantarme más tarde, porque cuando hago televisión me levanto muy temprano. Pero, bueno, dije, vamos a hacer estos últimos cuatro meses, porque se lo merecen, quiero hacer una despedida a toda orquesta ya que los almuerzos son emblemáticos en la televisión argentina. Esta debe ser la temporada 36 o 37, terminé el año pasado y no renové mi contrato para este año, esa es la verdad, pero tampoco me esforcé por preguntar por qué no lo hacían, al contrario, me quedé muy tranquila, me fui de veraneo, después hice radio, y me dije, algún día volverán. La verdad es que en el canal probaron de todo al mediodía y nada le funcionó. Y habrán dicho, "y bueno, hay que llamarla a la Legrand de vuelta" (risas). Y acá estamos.

-¿Y le tenemos que creer que éste va a ser el último año?

-Me parece que sí, me parece que este año sí (duda), sospecho que sí, no le aseguro que no haga Mar del Plata, pero los almuerzos en Buenos Aires me parece que sí. Porque la televisión diaria es agotadora.

-Sin embargo, usted le encuentra algo porque siempre vuelve.

-Sí, sí, algo le encuentro, me siento muy cómoda haciendo los almuerzos, los quiero, los adoro, han sido criticados, vapuleados, admirados, amados, pero la gente los ve, aún los que dicen que nos lo ve.

-¿Ya pensó en los primeros invitados?

-Sí, pero no se lo voy a decir (risas). Mire, una de las cosas que me indujo a hacer televisión es que vienen tiempos políticos y me gusta mucho todo lo que sea política. En mis programas se dicen cosas que no se dicen en otros programas porque yo suavemente, con un tonito suave le voy preguntando a todos.

-Ese fue el cambio suyo sustancial en sus últimos años, ¿fue premeditado o surgió naturalmente ese cambio de actitud con los invitados?

-No, no fue premeditado, porque pensé que yo estoy más allá del bien y del mal, ¿qué me puede pasar? Prácticamente nadie se levantó de la mesa en tantos años. Y yo me pongo en el lugar del espectador, si yo estoy viendo este programa qué me gustaría saber. Y al público le encanta todo eso, y no lo hago premeditadamente, hago lo que siento, me sale del corazón.
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"La gente de radio es menos competitiva que la de televisión", dijo Mirta Legrand.

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