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 domingo, 13 de marzo de 2005  
Los profesionales. La Justicia también dictó autos de procesamiento a un abogado y una escribana
Denuncian un increíble ardid para apropiarse de una fortuna
Habrían obligado a un anciano con demencia senil a dejarles una herencia de tres millones de dólares

Carlos Walter Barbarich / La Capital

Venado Tuerto.- El juez de Instrucción de esta ciudad, Hugo Perassi, dictó autos de procesamientos a Raúl Guillermo Lumelli y a María Susana Lumelli por defraudación y defraudación agravada en el resonante caso de una herencia de alrededor de tres millones de dólares perteneciente al fallecido Luis Ferrari.

En el mismo sentido se explayó la Justicia contra la escribana pública Silvia Cuevas dictándole auto de procesamiento por el delito de falsedad ideológica de instrumento público así como al abogado de los Lumelli, Sergio Geuna, a quien procesó por defraudación y defraudación agravada en complicidad con los Lumelli. Al mismo tiempo uno de los hermanos de Ferrari, Mauricio (66), denunció que "los Lumelli envenenaron lentamente a mi hermano para quedarse con todo su dinero y sus propiedades".

La increíble historia tiene aristas de película. El fallecido Luis Ferrari (83) poseía al momento de morir, en el año 2002, un capital que rondaba los tres millones de dólares. Cerca de quinientas hectáreas de campo en San Eduardo y Maggiolo, diez propiedades en Venado Tuerto, más de trescientas cabezas de ganado y una abultada suma en ahorros.

Luis estaba casado en segundas nupcias con Angela Zampana, que era tía de Raúl y María Susana Lumelli. La mujer murió en 2001, unos seis meses antes que Ferrari, y al parecer los familiares tejieron un ardid para quedarse con los bienes del anciano Luis, quien les otorgó un poder para administrar sus bienes.

En ese momento Ferrari, de acuerdo a pericias médicas que fueron ratificadas por la Justicia, no tenía conciencia de sus actos por lo que carecería de valor esa potestad otorgada a los sobrinos de su segunda mujer. El anciano de 83 años tenía otros diez hermanos de los cuales seis aún viven y son los que reclaman, al igual que los herederos de los otros cuatro fallecidos, la parte que les corresponde en concepto de herencia. Luis no tuvo hijos y por eso ésta feroz disputa por los bienes.

Mauricio Ferrari, el hermano menor de Luis, explicó que "la herencia se enajenó por parte de los Lumelli que se nombraron administradores de los bienes de mi hermano cuando aún estaba con vida. Ambos sabían que estaba con demencia senil y en complicidad con un abogado y una escribana hicieron un testamento a favor de ellos".

"Esto es un saqueo -agregó-, un robo urdido entre los Lumelli y los letrados que se apropiaron de los bienes de mi hermano. El no estaba en su sano juicio al momento de darles el poder. Ellos le daban doble medicación a mi hermano para matarlo y apropiarse de sus bienes", disparó.

Hasta su muerte, Don Luis vivió en Venado Tuerto y pudo cosechar una fortuna en base a su trabajo y dedicación. Hombre siempre vinculado al campo y bastante desconfiado, nunca reveló a sus otros diez hermanos el patrimonio que poseía "por miedo a que le pasara algo", confesó Mauricio.

"En estos momentos el patrimonio en cuestión asciende a los dos millones de dólares pero es mucho lo que se dilapidó ya que de las diez propiedades que poseía en Venado sólo queda una en calle Mitre al 1500 y de los ahorros, unos trescientos mil pesos, no queda nada al igual que la hacienda que ascendía a trescientas cabezas", explicó el hombre.


La hoguera de las vanidades
Pese a lo increíble del caso y de la hoguera de vanidades económicas en la que está inserto, la Justicia en esta primera instancia falló a favor de los Ferrari, procesando a los Lumelli y a los letrados que estuvieron acompañándolos en este caso. Ni siquiera la oferta de dividir la herencia en doce partes -los diez hermanos Ferrari más los dos Lumelli- hizo mella en los Lumelli quienes sostienen que actuaron de buena fe.

Como suele suceder en estos casos a pocos les importa la suerte de dos ancianos fallecidos hace algunos años y todos -como no podía ser generalmente de otro modo- van por el vil metal. Ese que divide aguas, parentelas y afectos. En el medio está la Justicia y en este caso -y hasta ahora- falló a favor de los Ferrari aunque está la apelación de los Lumelli y los letrados de por medio.

Será la Cámara de Apelaciones de Venado Tuerto la que confirme los autos de procesamiento de los Lumelli, Geuna y Cuevas, y además determinará si actuaron en complicidad para apropiarse de los bienes de Luis Ferrari. Por el momento todo es una cuestión judicial y los afectos en este caso, cobran un rol más que secundario.

Lo cierto es que los médicos que entienden en el caso le dieron la razón a los Ferrari y corroboraron que no estaba en condiciones de delegar la fortuna a terceros, y ésta es la mella que utilizaban los hermanos vivos de don Luis para aferrarse a algo que sienten como propio: la fortuna en danza.
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Ferrari, hermano del millonario fallecido, posa para La Capital.

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