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 domingo, 13 de marzo de 2005  
El dolor de un pueblo. El martes se cumplen dos años del asesinato de la profesora Ana Rótolo
El crimen de una docente sigue siendo un enigma para los vecinos de Alcorta
El único detenido, procesado por homicidio, era uno de los mejores amigos de la víctima. Dice ser inocente

Osvaldo Flores / La Capital

Alcorta. - "La noche tiene códigos que el día no reconoce", una frase que en boca de uno de los entrañables amigos de Ana Rótolo abona los comentarios de un pueblo que todavía, a dos años de ocurrido, está conmocionado por el crimen de la profesora de gimnasia. Y más aún porque el único detenido y procesado por el horrendo asesinato era uno de sus mejores amigos, Diego Fioretti, que sigue clamando por su inocencia en la pequeña comisaría de J.B.Molina, donde está alojado.

El cuerpo de Ana Rótolo fue hallado el 15 de marzo de 2003 a la vera de la ruta 90, en jurisdicción de Sargento Cabral y a unos 50 kilómetros de su casa. La docente, de 39 años y divorciada y con dos hijos, había sido ultimada con un disparo en la cabeza y dos balazos en la espalda. También tenía otras lesiones en el rostro, presumiblemente por una pelea que habría mantenido con su homicida.

A la policía le bastaron pocas horas para resolver el caso. La hija mayor de Ana -Buby, como la conocían en el pueblo- comenzó a desenredar la trama cuando aseguró que su madre salió de la casa en "un auto cuadrado, de color claro", un par de horas antes de ser encontrada muerta por la policía. Otro testigo dijo haber visto a una pareja discutiendo en el mismo lugar de la ruta 90 donde apareció la mujer. Y que estaban en un Fiat 128 color crema. Todos los caminos condujeron entonces hacia Diego Fioretti, compañero de trabajo de la docente en un bar del pueblo y, según la gente del Alcorta, uno de sus "amigos del alma".

El arma homicida no fue encontrada y los móviles nunca estuvieron muy claros, pero las pericias en el auto de Fioretti demostraron que los restos de sangre que fueron encontrados en el vehículo eran de Rótolo. Con estos y otros indicios, el juez de Instrucción Rubén Bissio lo procesó por el crimen y ahora espera que se expida el Juzgado de Sentencia Nº 4 de Rosario.

"Es muy difícil opinar sin conocer en profundidad cuál era la relación que los unía o hasta qué punto lo de ellos era amistad, porque cada casa, cada relación es un mundo aparte", expresó José Luis Lértora, uno de los amigos de la profesora. Y con una frase sintetizó un sentimiento que aún ronda a media voz entre la gente de Alcorta: "La noche tiene códigos que el día no reconoce".

A poco de seguir hablando con algunos vecinos del pueblo y con el grabador apagado, el enigma de esa frase va tomando cuerpo: "Buby debe haber visto algo que no debía y por eso la mataron", dicen, y descreen de un supuesto triángulo sentimental donde víctima y presunto homicida compartían o se disputaban el mismo hombre.

"Sospechas hay muchas, esos son los comentarios que hay, pero la certeza no la tiene nadie", señaló con cautela uno de los directivos del Samco local y amigo de Ana, Sergio Luciani, que también mostró su extrañeza por los protagonistas del desenlace fatal: "Para nosotros fue un golpe doblemente bajo, porque el primer sospechoso parece que es él (por Fioretti). Los dos estaban juntos todo el día, trabajando juntos para nuestro hospital, hacía unos días que habíamos compartido una cena con ellos. Ningún asesinato es justo, pero el de Ana fue más injusto todavía".

Para otros las versiones y los comentarios no pasan de ser "habladurías de pueblo". Y prefieren recordar a la joven mujer como "el alma de los carnavales de Alcorta, la que siempre estaba dispuesta a dar una mano a las instituciones, a los chicos más necesitados".

Así por ejemplo la recordó Viviana, su prima, que dijo haberla visto feliz en esos últimos días. Sobre la relación de Ana con Fioretti, sus continuas visitas a la casa o sus trabajos conjuntos en decoración de fiestas sólo dejó deslizar que la madre "no veía con buenos ojos esa amistad".

Nunca un crimen debe haber despertado entre la gente de un pueblo sentimientos tan encontrados como en el caso de Alcorta. Porque aunque todo se manifiesta en voz baja, con sugerencias, temor y recelo, víctima y presunto victimario parecen compartir una estima común entre los vecinos. Al menos hasta que la Justicia dé su veredicto.
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Los vecinos realizaron marchas pidiendo justicia.

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