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 domingo, 13 de marzo de 2005  
Tres puntos que son oro puro para el salaíto
Argentino ganó con un gol de Sandro Sánchez y las atajadas de Carlos López

Gustavo Yarroch / Ovación

Isidro Casanova - enviado especial. El resultado fue demasiado generoso con Argentino. Que ganó con lo justo, pidiendo la hora y abrazado a las atajadas de Carlos López, por lejos la figura de la cancha. Una victoria que, como todas, suma en lo estadístico y en lo anímico, pero cuyo valor se potencia porque los salaítos marchan últimos en la tabla de los promedios y necesitan estímulos, señales, en fin, resultados que le permitan creer que la salvación es posible.

Es en partidos como el de ayer donde queda ratificado que el azar, o los golpes de suerte, juegan un rol fundamental en el fútbol. El público de Almirante Brown se retiró mascullando bronca por la mala fortuna que tuvo su equipo. Los locales llegaron con peligro al arco rival en una proporción de tres por uno. Pero entre las definiciones fallidas de sus jugadores y la actuación de López, se vieron impedidos de llegar al empate, que por otro lado era lo mínimo que merecían.

Un contragolpe muy bien resuelto selló temprano y para siempre la chapa del marcador. Sandro Sánchez picó en diagonal, marcándole el pase a Maldonado, quien lo asistió con justeza para que el goleador definiera por encima del arquero. Habían transcurrido apenas once minutos, de modo que era mucho el camino que quedaba por recorrer.

En el primer tiempo, el ímpetu para ir siempre hacia adelante de Gómez Guebara, bien secundado por Gómez Barroche, complicó a Argentino. Sin embargo, los sofocones que sufrieron los salaítos terminaron siendo escasos porque Brown no generó peligro en la misma proporción en que tuvo la pelota.

Argentino arrancó mejor parado la etapa final. Manejó más el balón y jugó con la prisa de Brown. Raschetti, que tras el ingreso de Ibáñez por el lesionado Formica pasó al carril derecho del mediocampo, pudo haber puesto el 2 a 0, pero definió suave.

Todo cambió a partir de los 25. Brown comenzó a empujar, Argentino retrocedió varios metros y López respondió con creces. Ya en el descuento, y para confirmar que la liga estaba del lado de Argentino, Flavio Fernández la tiró afuera casi desde abajo del arco, una de esas jugada que terminan en gol en nueve de cada diez ocasiones.

Argentino tenía que ganar y lo consiguió. Ahora viene Morón, una nueva final. Se dice que una victoria llama a la otra. Por ahora van dos seguidas. Pero lo importante, lo realmente valioso, es que el salaíto volvió a dar señales de vida cuando parecía que el oxígeno se le terminaba de a poco.


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