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 domingo, 13 de marzo de 2005  
Educación: La clave una buena escuela

Marcela Isaías / La Capital

¿Cómo se define una buena escuela? Está claro que la pregunta no admite una sola respuesta y en todo caso sí un debate que cobrará distintos significados según el contexto histórico y social en que se dé. Más aún hoy, cuando la escuela es centro de las preocupaciones familiares ya sea por los conflictos docentes o por ciertas determinaciones incomprensibles de algunos directivos escolares, como la de separar a un alumno porque su opinión no convence a las autoridades.

Viene bien entonces, por ejemplo, analizar de cerca cómo funcionan las "mejores escuelas" del mundo, al menos para aprender de ciertos mecanismos.

El año pasado cobró larga difusión por los medios de comunicación los resultados de la prueba internacional "Pisa" al situar a las finlandesas en el primer lugar del ránking de las mejores escuelas del mundo. La prueba mide el rendimiento educativo de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo de Europa (Ocde) y permite entender por qué en algunas naciones les va tan bien a sus alumnos.

En principio, es real que no puede desconocerse que la sana economía del país nórdico no es un hecho ajeno a estos buenos resultados. De hecho, el Forum Económico Mundial define a Finlandia como el país que tiene la economía más competitiva del mundo. Y hay más: docentes y directivos cuentan con buenos salarios y el apoyo necesario para sacar adelante cualquier problema que se presenta a la hora de enseñar.


Compromiso familiar
La educación es pública y gratuita desde que el niño nace hasta el doctorado en la universidad. Además, los profesores están altamente calificados, su formación no deja lugar a dudas y cada tanto deben rendir cuentas de sus saberes para estar frente a una clase. En tanto que los padres están férreamente comprometidos con la educación de sus hijos.

En resumen, buenos docentes, presencia activa del Estado y compromiso familiar en el gobierno institucional son los condimentos necesarios para que la escuela finlandesa obtenga los resultados que muestra.

Sin embargo, junto a estos factores medibles se ubican otros, quizás menos palpables en términos matemáticos pero tan eficaces como los otros para conseguir buenos resultados. A saber, la buena convivencia escolar y la democracia participativa en las decisiones no son un tema discursivo que sólo figura en los enunciados de los proyectos institucionales de cada escuela: se escriben y se practican.

De tal conjunción -enunciación y práctica- se consigue la autoridad necesaria para parar a la escuela frente a los alumnos y mostrarse con el rigor del saber y del hacer que requiere el respeto demandado.

En definitiva, son clave en una "buena escuela" docentes altamente calificados, bien pagos y un Estado que haga sentir el peso de sus proyectos en cada momento de la vida escolar: si hay chicos que aprenden es porque se quiere que se aprenda, si hay escuelas bien equipadas es por que esa decisión más que un anuncio es una realidad y así podrían sucederse los ejemplos.


Autoridad y poder
Pero también en estas buenas escuelas es necesaria la autoridad que éstas tengan para exigir a sus alumnos. Vale entonces sumar al debate las palabras del pedagogo español Miguel Angel Santos Guerra: "La palabra autoridad proviene del verbo latino auctor, augere, que significa hacer crecer. Tiene autoridad aquella persona que ayuda a crecer, no la que aplasta, la que hace callar, la que castiga, la que impone su pensamiento, la que obliga a repetir. Esa persona tendrá poder, pero no tiene autoridad. Por eso he dicho muchas veces que una escuela no es una empresa o un cuartel. La escuela no es una institución coercitiva sino educativa. No pretende solamente que haya orden y respeto bajo la vigilancia y la amenaza porque quedaría sin responder la pregunta fundamental: cuando no tengan vigilancia y amenazas, ¿sabrán mantener el orden y el respeto? La escuela tiene que ayudar a que las personas que están en ella tengan un pensamiento propio y que puedan expresarlo libremente, tiene que facilitar la convivencia en el respeto y la solidaridad, tiene que conseguir que salgan de ella ciudadanos capaces de pensar y de convivir".
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