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 domingo, 13 de marzo de 2005  
Para beber: Nosotras y el vino

Gabriela Gasparini

Hace unos días fui invitada a dar una charla en un almuerzo donde se agasajaba a las mujeres en su día. Debía decidir sobre qué hablar. No quería volver sobre el remanido tema de las damas del champagne y su aporte a la industria vitivinícola porque da la impresión de que hubieran sido las únicas capaces de dejar una huella, y resulta que de ahí en adelante muchísimas mujeres pusieron su grano de arena para que la elaboración del vino se superara día a día. Desde las científicas, como la doctora Carole Meredith que nos hizo saber sobre la paternidad de la Chardonnay, o Teresa Garde Cerdán, quien realizó un "Estudio de la composición volátil de vinos tintos envejecidos en diferentes tipos de barricas de roble", donde se revelan los aportes de las diferentes maderas en relación al tiempo que permanezcan en contacto con los caldos, tema que tocaremos a la brevedad, pasando por las críticas como Jancis Robinson, hasta llegar a las enólogas que cuidan de las viñas como hijas, las acompañan en su crecimiento y las miman hasta verlas convertirse en ese vino que fueron soñando con el correr de los meses. Sin olvidarnos de todas las mujeres que trabajan en la cosecha al rayo del sol cortando los mejores racimos que revivirán en una botella cuyo contenido, lo más probable, es que no prueben jamás.

Y si alguien piensa que la discriminación no comprende al vino, debo decirle que vive equivocada. Me remito a este refrán "ante la menstruación el vino se agria, el pasto se seca y los frutos se caen", y lo peor es que hay lugares donde, o bien lo creen, o bien lo usan como excusa, ya que todavía quedan bodegas que prohíben la entrada a las mujeres.

Para dejar las cosas claras en lo que a nosotras y al vino concierne, se produjo hace algunos años esta proclamación de principios. A los 30 días del mes de agosto de 1997, en el marco del primer congreso La mujer y el vino, se estableció la siguiente declaración:

"El vino forma parte de la cultura humana y ha sido compañero inseparable del devenir del hombre en la tierra. Es pues, arte y civilización y su pérdida representaría un daño irreparable para el patrimonio cultural de la humanidad".

"El consumo moderado y racional es positivo para mantener la salud y prevenir multitud de enfermedades; forma parte indisoluble de la dieta más adecuada para mantener la salud como es la dieta mediterránea; prestigia a quien lo utiliza correcta y moderadamente y también va dirigido a una sana y legítima satisfacción de los sentidos, de forma que no se busca la incorporación de alcohol al organismo, sino el encuentro con las satisfacciones sensoriales. No debe, por tanto, tener la menor conexión con las campañas neoprohibicionistas antialcohólicas y muchos menos, antidrogas, pues se encuentran en esferas muy distintas. Es un factor importante de integración social y familiar; un factor de desarrollo de la amistad y entendimiento entre los países, sus pueblos y sus gentes".

"La mujer tiene el derecho inalienable de participar en todos los procesos científicos, técnicos, profesionales y laborales dirigidos a la producción de materias primas, productos auxiliares y a la elaboración, cuidado, crianza y comercialización del vino, aportando su específica óptica y sensibilidad, en equiparación con cualquier otro ser humano, todo ello dirigido a satisfacer sus derechos y enriquecer el mundo vitivinícola. La mujer tiene el derecho de acceder al consumo adecuado del vino en condiciones de igualdad, de forma que se beneficie de lo que el producto aporta a la humanidad, sin que su condición de mujer le limite".

"La mujer tiene el derecho y el deber de actuar intensamente en los procesos de información de la población sobre lo que el vino es, y análogamente sobre la formación de consumidores y profesionales, procediendo a la divulgación del mismo. La mujer tiene el derecho de integrar al vino, cuando y como lo considere conveniente, en el desarrollo de sus actividades y cometidos.

La mujer debe asumir la obligación de servir como elemento de transmisión de la cultura del vino a las nuevas generaciones. Asimismo, su papel en la sociedad moderna la configura como integrante de un grupo humano especialmente dotado para expandir y mantener la cultura del vino".

"Los principios de integración y acceso a los centros de decisión y poder por parte de las mujeres que se orientan hacia la igualdad de oportunidades, serán de aplicación en los ámbitos que afectan al mundo de la mujer y el vino".

"Para el logro de estos objetivos se recomienda la creación en todos estos países de las Asociaciones de Mujeres Amantes o Amigas del Vino, que expandan estos principios en todo el mundo". Que así sea.
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