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 domingo, 13 de marzo de 2005  
Las muestras paralelas entusiasman al público del Festival de Mar del Plata
"Hollywood tiene la virtud de absorber el talento sin importar de donde venga"
El mexicano Luis Mandoki dijo que con "Voces inocentes" dio un giro a la carrera que desarrolló en Estados Unidos

Fernando Toloza / La Capital

Mar del Plata (enviado especial). - Luis Mandoki nació en México en 1947. Su primera película fue un documental y tras dirigir "Gaby", el filme con Norma Aleandro, saltó al cine de Estados Unidos, donde ha dirigido, en distintas películas, a Susan Sarandon, Meg Ryan, Charlize Theron, Jennifer Lopez, Melanie Griffith, Robin Wright Penn, la niña Dakota Fanning, y a los actores Paul Newman, Kevin Costner, Andy García y Johnn Goodman, en filmes como "White Palace", "Mensaje en una botella", "Mirada de ángel" y Atrapada". A Mar del Plata llegó por una película que es un cambio en su carrera tras casi dos décadas rodando en Hollywood. El filme que presentó anoche en la sección América Latina XXI es "Voces inocentes", sobre la vida de un chico en la guerra de El Salvador en los años 80.

-¿"Voces inocentes" es un regreso al cine latinoamericano, si es que alguna vez te sentiste dentro de esa categoría?

-Es el encuentro de una historia muy poderosa, que al mismo tiempo sí me lleva de regreso a mis raíces, a hacer mi primera película en español después de dieciséis años de estar haciendo cine en Hollywood.

-¿Cómo te fuiste a Hollywood?

-Me fui a Hollywood después de hacer "Gaby", con Norma Aleandro y Liv Ullman, porque en ese momento en México no había posibilidades de hacer un cine de calidad. Se hacían películas de charros, rancheras y prostitutas, y con "Gaby" me empezaron a ofrecer trabajo en Estados Unidos, y me quedo allá, pero siempre con el sueño de encontrar una historia que me regrese a Latinoamérica. De Hollywood he recibido grandes oportunidades, trabajo con gente muy interesante y hago algunas películas que me gustan y otras que no tanto. Hollywood tiene la virtud de que absorbe el talento sin importar el origen, pero también te encasillan en el tipo de película con el que te fue bien.

-¿Qué etiqueta te ponían?

-Yo estaba con la idea de romper con esa etiqueta, y andaba a la búsqueda de una historia que me liberase de todo eso. Estaba encasillado en las historias de amor. "Atrapada", que es un policial, fue el primer intento de romper con el encasillamiento.

-¿Hubo algún reparo de los estudios?

-Cuando la presenté para ver si había algún interés en financiarla, me dijeron que sí pero si la hacía en inglés. Les dije que no porque sentía que la tenía que hacer sin ninguna concesión.

-¿Te quedaste con las ganas de ser nominado a mejor filme extranjero en el Oscar?

-Había expectativas, pero no se dio. Alguna gente piensa que los miembros de la Academia, republicanos, la votaron en contra por el contexto político de la película, pero no sé si es así.

-¿Estuviste cerca de una guerra civil?

-Lo más cerca fue Chiapas, con el ejército zapatista. Mis padres son judíos húngaros y traigo toda esa historia de la Segunda Guerra Mundial, pero no he tenido una experiencia directa. Eso me resultó un gran desafío: entender lo que es una guerra y tratar de sobrevivir. Es una historia que me despertó muchas emociones porque retrata momentos de la infancia que muchos hemos olvidado y de lo que él vivió: una guerra civil donde las balas cruzaban las paredes de su casa. Eso magnifica las cualidades de los niños, que nunca dejan de jugar a pesar de lo atroz que está sucediendo alrededor. Y luchan, pero su lucha no es entre los buenos y los malos, es la lucha de los niños contra la guerra.

-En "Atrapada" trabajaste con la niña Dakota Fanning ("Mi nombre es Sam" y "Mente siniestra"), que debe ser superprofesional, quizás todo lo contrario del niño Carlos Padilla, el chico de "Voces inocentes"...

-Después de trabajar con Dakota Fanning creía que trabajar con niños era más fácil que trabajar con adultos. Sin embargo, después de "Voces inocentes", me di cuenta de que Dakota Fanning no es una niña, es una mujer muy evolucionada, de décadas de experiencia que vive en el cuerpo de una niña. Trabajas con ella y tiene más experiencia que todos los actores a su alrededor. Dirigir en "Voces inocentes" a los niños que nunca habían actuado antes, me di cuenta de que era otra historia. Todo el tiempo tuve que hablarles contándoles lo que debía ser el monólogo interior de su personaje para que ellos pudieran reaccionar como lo pedía el papel.

-Meg Ryan, Susan Sarandon, Liv Ullman, Charlize Theron, ¿cuál de ellas te sorprendió?

-Susan Sarandon. Es una gran actriz, una gran mujer sin pretensiones de diva. Y la otra es Norma Aleandro. Cuando hicimos "Gaby" ella tenía que ser la indígena mexicana, y fue sorprendente. En la preparación, yo le decía que por allí no iba el personaje. Estuvo a punto de irse porque me decía que no sabía qué quería yo. Entonces me propuso un juego en el que yo le tenía que decir que no cada vez que hiciese algo que no fuese el personaje. Cada vez que ella movía algo, o le decía que no, y Norma llegó a un momento de inmovilidad tal que encontró el personaje y a partir de allí ya nunca le dije nada.
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