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 domingo, 23 de enero de 2005  
candi
Charlas en elCafé del Bajo
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-Sigamos, mi querido Jacques, con el tema iniciado ayer: angustia y soledad.

-¿Qué es la soledad?

-La primera acepción del diccionario de la lengua española, Candi, dice que es la carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Pero esta definición es desde un punto de vista filosófico y psicológico e incluso teológico y absolutamente insuficiente o, al menos, con frecuencia no debidamente interpretado en toda su dimensión, porque todos sabemos que millones de personas en el mundo están acompañadas pero se sienten tremendamente solas. Es más, no hay error si se afirma que la angustia que proviene de la "soledad en compañía" -¡vaya paradoja!- es muy superior a la angustia del solo. Es decir, puede afirmarse que la soledad no se produce por la ausencia de una compañía física, sino fundamentalmente por la no presencia de factores que son inherentes al hombre y absolutamente necesarios para su vida tales como: afectos, comprensión, tolerancia, estímulo, protección, etcétera, es decir amor. Todos, en mayor o menor grado, hemos comprobado la existencia de la soledad en una pareja cuando uno de sus miembros no es capaz de brindar al otro uno de esos componentes de los que hablábamos con anterioridad. Creo, ciertamente, que son muy pocas las soledades que puedan ser comparadas con la de aquel que no es comprendido por quien tiene al lado. Hay excepciones, como la muerte de un ser querido, y otras más tremendas aún que alguna vez expondremos.

-Creo Jacques que estos dos sentimientos, angustia y soledad, están muy ligados entre sí. La soledad genera angustia y ésta a su vez, si la persona no cuenta con la contención necesaria, genera soledad. De manera que estamos en presencia de sensaciones que con frecuencia se interaccionan alimentándose una de otra. Ahora, no puede abordarse el tema de la angustia y la soledad sin tratar temas que les son inherentes, como el amor y los miedos. Hemos visto anteriormente que la soledad no es ciertamente la falta de compañía física e incluso, en cierto modo, la carencia del acompañamiento espiritual. La soledad y la angustia son la consecuencia de la ausencia de valores que son necesarios para la vida del ser humano. Nombramos en ese sentido, afectos, comprensión, tolerancia, estímulo, protección, etcétera. Una primera conclusión, a modo de definición, respecto de la soledad, podría ser la siguiente: estado emocional como consecuencia de la ausencia de la cosa o sujeto amado o la incapacidad del individuo para advertir su presencia.

-Comparto la definición, Candi. Si bien esta definición no corresponde enteramente para el caso de la angustia, si se tiene en cuenta que la se produce la cura de la soledad por la presencia del amor o la satisfacción del deseo termina con la angustia. Es más, podría decirse que la angustia es la consecuencia de la soledad porque se produce cuando se ausentan valores necesarios para el ser humano ¿Cómo es esto? O bien se origina la pérdida de la cosa necesaria para la satisfacción de un deseo (la pérdida de un trabajo remunerativo, por ejemplo, que permite allegar todas las cosas indispensables para la vida) o se produce la ausencia de la cosa amada. Junto con la angustia, efecto inmediato de la soledad, aparece el miedo que si no es erradicado prontamente atenta contra el razonable amor por uno mismo. Todos conocemos casos de personas que al ser despedidas de un empleo sienten que se ha producido un fracaso en su vida, sentimiento que deriva en una frustración que si no es resuelta más o menos pronto puede llevar a la baja de la autoestima o, lo que es lo mismo, a la pérdida del nivel necesario de amor hacia uno mismo. La conocida frase utilizada por no pocos políticos, "el trabajo dignifica", es de una certeza absoluta. Todo lo que no dignifica provoca el deterioro de la estima y la falta de trabajo o el fracaso en los negocios necesariamente traen aparejado el descenso del amor por el yo. Pero esta cuestión laboral es apenas un ejemplo de tantos otros que podrían darse sobre por qué se produce la angustia y el miedo. La ausencia de un hijo, el final de una relación amorosa, una enfermedad, etcétera son determinantes para el quiebre del sosiego psíquico o espiritual. Terminemos por hoy diciendo que soledad, angustia y miedo provocan estrés y éste no sólo es causa de padecimiento psíquico o espiritual, sino que puede originar el deterioro orgánico. Mañana seguimos.

Candi II
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