Año CXXXVII Nº 48600
La Ciudad
Política
Economía
El Mundo
Información Gral
Opinión
La Región
Escenario
Policiales
Página Solidaria
Cartas de lectores


suplementos
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 08/12
Autos 08/12
Turismo 05/12
Mujer 05/12
Economía 05/12
Señales 05/12
Educación 04/12

contacto
servicios
Institucional

 lunes, 13 de diciembre de 2004  
Editorial:
Una maestra que supo ser luz

Se ha señalado con insistencia en estos últimos años sobre la necesidad de que el sistema educativo dé un salto de calidad, de que la docencia adquiera el reconocimiento adecuado, imprescindible que esa tarea merece. Porque no hay idea de Nación posible sin una política educativa que cultive y forje las conciencias de los hijos que mañana deberán asumir, creadoramente, las responsabilidades de concretarla desde cada puesto de trabajo. No existe un destino de grandeza, de igualdad de oportunidades, de desarrollo independiente, sino se presta la atención debida a la ciencia y la educación.

Acaso de estas cuestiones sabía en profundidad Leticia Cossettini, quien pese a todo, con su hermana Olga, y en condiciones mucho más precarias, logró producir un hecho que revolucionó la pedagogía en el país, como fue la experiencia de la Escuela Serena, en Alberdi, desde 1935 a 1950. Según precisan los historiadores y los propios alumnos que pasaron por allí, las hermanas Cossettini se opusieron a la política educativa de ese momento, donde el alumno ocupaba un lugar pasivo en la construcción del pensamiento, y pusieron en práctica un modelo que respetaba los tiempos del aprendizaje, en tanto la investigación y el conocimiento de la naturaleza, eran ejes fundamentales. De ahí las innovadoras salidas al campo para recolectar insectos y luego estudiarlos en el laboratorio con el microscopio. La idea era ir aproximando a los chicos hacia las formas de trabajo que realizaban los científicos. También jugaba un papel importante el arte, la pintura, el teatro y la danza. En definitiva, como se señaló en la edición de ayer, transformaron un típico colegio público, mixto y gratuito, en una escuela activa, basada en la capacidad creadora de los alumnos.

El pasado 19 de mayo, Leticia había cumplido 100 años y en esa oportunidad sostuvo: "Un buen maestro debe ser la luz que alumbra a otros". Un mensaje que deja, tal vez, como un gran desafío a resolver para los docentes argentinos y en especial para los santafesinos. Su adiós obliga a reflexionar en profundidad sobre el compromiso ético que cada educador mantiene con su profesión, sobre el que han asumido los funcionarios de esa cartera y sobre el que debería tener la ciudadanía en general, si pretende vivir en una sociedad mejor.

Leticia Cossettini había nacido en San Jorge, en 1904 y en 1921 tuvo el título de maestra normal en Rafaela. En una actividad donde el paso de cada docente solo suele pervivir en la memoria de los ex alumnos, ella logró traspasar esa frontera para quedar en la memoria de todos. Ojalá se pueda comprender cabalmente su recorrido de vida y muchos procuren seguir su camino en este siglo que recién comienza. Bastaría con ello para reducir el escepticismo y alimentar la esperanza de un país más habitable, civilizado y creativo.
enviar nota por e-mail
contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados