Cruzados del nuevo siglo

Las formas y los modos que adquiere la intolerancia suelen ser diversos, pero lo que mantienen en común es una inmensa dosis de irracionalidad. El arte ha sido a lo largo de los siglos uno de los blancos predilectos de censores e inquisidores. Perturba a los espíritus malsanos y mezquinos la libre expresión de las ideas y los sentimientos. Una vez más, una muestra del artista León Ferrari padece el ataque de un grupo de fanáticos que creen ver demonios detrás de cada denuncia de la injusticia y la hipocresía. En este país donde al mejor estilo del nazismo se quemaron libros, se elaboraron listas negras de artistas, músicos e intelectuales, donde por décadas resultó imposible ver películas sin tijeretazos ahora emergen estos energúmenos. Lo que realmente les molesta es que las verdades de una sociedad fetichista e hipócrita queden a la luz. Como en la antigüedad, castigar al mensajero parece ser la táctica elegida. El mackartismo, uno de los hitos más nefastos de la cultura de Occidente tiene hoy sus émulos no solo en la horda fundamentalista que encabeza el presidente de los Estados Unidos, George Bush y sus consejeros. Los pastores artillados encuentran eco en estas latitudes y en una sociedad fragmentada, con altas tasas de marginalidad y pobreza. Este tipo de maniobras persecutorias del arte y los artistas deberían ponernos en alerta, acaso sean el anticipo de nuevas señales portadoras de un autoritarismo en ciernes. Parafraseando a aquel genial cronista de la realidad social que fue Francisco de Goya y Lucientes, podríamos decir que el "sueño de la sin razón, también engendra monstruos". De hecho nos toca convivir con ellos de continuo. En pleno siglo XXI, pululan personajes como los de la "ronda nocturna", de Rebranndt a la caza de librepensadores.

Carlos A. Solero