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 miércoles, 17 de noviembre de 2004  
Un intelectual que simula ser un provocador

Walter Palena / La Capital

"Yo no tengo la culpa de que me tomen en serio", solía contestar Jorge Luis Borges cuando se le recriminaba por algún concepto políticamente incorrecto que deslizaba en los reportajes. Algo de eso sucede con el secretario de Cultura, Torcuato Di Tella. La diferencia es obvia: el autor de "Ficciones", en su rol de librepensador, jugaba con las palabras y se entretenía con sus propias ironías. Di Tella quiere asumir ese rol, pero muchas veces se olvida de que es un funcionario del Estado e integrante de un gobierno.

Quien haya entrevistado alguna vez a Di Tella debe entender de antemano que se va a encontrar con un hombre al que cuesta saber cuándo habla en broma y cuándo lo hace en serio. Pero esto, con toda razón, poco debe importarle al presidente Néstor Kirchner; al fin y al cabo es un funcionario del gobierno y no un intelectual contracultural surgido del instituto que lleva su apellido.

Las afirmaciones vertidas en la revista TXT parecen colmar el vaso. Ya no se trata de admitir, con visos de realidad, que "la cultura no es prioridad para el gobierno", como dijo el año pasado, sino que con lo de ayer traspasó todos los límites al ventilar aspectos circenses de la administración kirchnerista.

Su estilo provocador viene cargado de antecedentes. En una entrevista con La Capital, publicada una semana antes de que asuma el santacruceño, el todavía secretario de Cultura dijo que Kirchner tenía que hacer política con todos los factores de poder, incluido los gordos del sindicalismo. "Que no obstruya el tema de las obras sociales. No puede ponerse ahora en justiciero y purificador de las corporaciones sindicales", aconsejaba Di Tella, sentado en su cómodo sillón de su recoleto departamento.

Cuando el periodista le hizo notar que "arreglar" con las corporaciones podía ser mal visto por los sectores medios, Di Tella reforzó: "Está bien, pero el poder en política se construye con lo que hay, y lo que hay es esto. En todo caso, a los sindicatos corresponde que los limpien y democraticen los propios sindicalistas, y no el presidente de la Nación".

Lo más jugoso se lo guardó para el final y fue cuando La Capital le preguntó cuál era la virtud que más destacaba del presidente, a lo que Di Tella contestó: "Lo mejor que le veo es que está dispuesto a escuchar, que no se siente Gardel. Incluso me parece bueno para él que no haya pasado por el ballottage. ¿Se imagina el título de los diarios: «Kirchner 14 millones de votos; Menem, 4 millones»? Tal vez se hubiera creído que el pueblo lo estaba apoyando".
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