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 miércoles, 17 de noviembre de 2004  
Reflexiones
Ouro Preto y la comunidad de naciones

Jorge Giorgetti (*)

Leí alguna vez que "la mayor violencia es la pobreza". La violencia significa muerte...injusta siempre, prematura para tanta gente. Trabajar para erradicar la pobreza por lo tanto es trabajar para erradicar la violencia en un mundo que cada vez necesita más de la paz. Entiendo que "la política es el instrumento capaz de cambiar lo que a las sociedades les duele" y, como servidor de esta causa, actúo. ¿Qué le puede doler más a nuestra sociedad sudamericana que la exclusión e ignorancia de la pobreza que sufre más del 50% de su gente? Y, a su vez, ¿qué puede provocarnos más violencia que se nos mueran los chicos nacidos sanos o queden discapacitados mentales porque no los hemos alimentado? ¿Qué puede producir más violencia que el 10% más rico de nuestra población tenga 50 veces más fortuna (igual a posibilidades, desarrollo, calidad de vida) que el 10% más pobre?

Pero faltaría a mis obligaciones y, lo que es peor, a mis convicciones, si sólo me quedara en el análisis de lo que yo observo y otros padecen. Por eso dedico todos mis esfuerzos como legislador nacional e integrante de la Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur y sus países asociados, a proponer políticas que transformen la violencia en paz...que es lo mismo que metamorfosear pobreza en trabajo.

Por estos días se habla del próximo Ouro Preto II, donde el Mercosur debe definir sus próximas políticas. Para Argentina y Brasil y los demás miembros el Mercosur es el pasaporte común a la historia. No tenemos ningún futuro en esta contemporaneidad si lo dejamos naufragar, ya que la realidad nos indica que los países cuyos gobiernos toman segmentos indiferenciados del mercado internacional no tendrán ninguna chance de "subirse" al siglo veintiuno.

Por ello, quienes estamos trabajando como en mi caso desde la constitución misma del Mercosur, apuntamos a los pasos que siguen. Aun en lo macro hay muchas asimetrías que deben ser corregidas para que el Mercosur sea beneficioso para todos. Es realmente imprescindible adoptar una política industrial común que prevea a través de las cadenas productivas mercosurianas -como presenté y fue aprobada en la XXIII Reunión Plenaria de la Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur y los países asociados, en Iguazú- la optimización de las potencialidades productivas de las cadenas de valor de cada país miembro reforzando a los países de menor desarrollo. Estoy convencido de que la relación de Argentina con Brasil a veces se complica innecesariamente -como en el caso del calzado, línea blanca, electrodomésticos, cerámicos-, porque no hay una política industrial común en la que nos complementemos en la cadena productiva propuesta para salir a terceros mercados. Para lo expuesto se vuelve indispensable trabajar sobre otro proyecto que he presentado y fue aprobado en Iguazú, cual es la creación de la Corporación del Mercosur-Banca Regional, instrumento éste que nos servirá de sostén y fomento a la pequeña y mediana empresa de los países integrantes del Mercosur, facilitando investigación, desarrollo y por ende participación en el comercio extra Mercosur.

Es indispensable trabajar e ir dando pasos que nos conduzcan a una moneda común y el proyecto de la Corporación va a permitir que, como propone el ministro de Economía Roberto Lavagna, se adopte una moneda de cambio que tenga realidad física y circulación en el Mercosur para el comercio y el turismo, que sea compatible con la moneda de cada uno de los países miembros. Que coexista con las monedas nacionales mientras se van dando las condiciones preparatorias para la consolidación de la moneda común.

También en Ouro Preto II será indispensable que nos propongamos una exigencia de orden general: los países miembros del Mercosur deberán unificar los puntos de vista sobre lo que pasa en el mundo, o sea deberán tener una mirada internacional conjunta para así poder tener actuaciones conjuntas.

Los procesos de globalización y el unilateralismo de EEUU van reduciendo de una manera dramática y veloz los espacios de permisividad a los países emergentes, por ello para estar "subido a la ola de la acción" que en nuestro Mercosur significa exterminar la pobreza, debemos lograr en un plazo histórico muy corto -el sociólogo brasileño Helio Jaguaribe considera que el mismo no superará los 15 años- concretar programas autosostenibles de desarrollo económico, social y tecnológico y sólo a través de las integraciones nos proporcionaremos masa crítica suficiente para competir con los otros mercados del mundo.

La clave pasa por una sólida, racional y equitativa alianza estratégica entre Argentina y Brasil, absolutamente imprescindible para ambos, para sí luego consolidar el Mercosur y bajo este eje construir, como menciona el presidente de la Comisión de Representantes del Mercosur, Eduardo Duhalde y Lula, la Comunidad Sudamericana de Naciones.

Este Ouro Preto II en su agenda no lleva como un punto de análisis la pobreza; porque todo lo que debatiremos y propondremos la tiene como absoluta protagonista y el desafío es exterminarla.

Hoy más que nunca el pedido que Jesús les hace a los Apóstoles en el texto del Evangelio "Denle ustedes de comer" cobra absoluta fuerza de mandamiento ya que multiplicar los panes para dar de comer a los hambrientos como hicieron los apóstoles es de nuestra máxima responsabilidad política e interpreto aquella misión como la multiplicación de políticas activas que devengan en trabajo digno, para que la violencia y la pobreza empiecen a temer por su permanencia en nuestra sociedad sudamericana.

(*) Diputado nacional
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