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 miércoles, 17 de noviembre de 2004  
Sembrar muertos para cosechar vivos, argumentaban los incas

Fueron sacrificados u ofrendados a 6.730 metros de altura, en la cumbre del legendario volcán Llullaillaco; sus tumbas, son las más altas que el hombre jamás haya construido en el planeta. Estos niños-dioses que en su calidad de huacas o posibles mensajeros de los dioses, son los seres humanos que estuvieron más próximos a la refulgente divinidad de los Incas, el Sol.

Los "niños del Llullaillaco" causaron el asombro de todo el mundo, atónitas miradas contemplaron a través de las fotografías difundidas en el mes de abril de 1999 por la prensa, el rostro de ese niño sumergido en un sueño de cinco siglos. Todavía a muchas personas les cuesta creer y se preguntan si las "momias" son de verdad.

Finalmente se pudo ver con cierto detalle los cuerpos congelados y parte de los enseres que estuvieron soterrados durante siglos en la gélida morada, cerca del sol. "Sembrar muertos para cosechar vivos" decían los incas, pero ¿cuál será la verdadera interpretación de estos rituales religiosos donde se sacrificaban seres humanos? Existen varias hipótesis que intentan explicarlos, pero el verdadero significado posiblemente nunca se sepa.
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