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 miércoles, 03 de noviembre de 2004  
Cuatro penales, cuatro rojas y el árbitro simuló un golpe
Guillaume se tiró cuando el defensor salaíto Alberto Bassani lo pechó

Miguel Pisano / La Capital

Parecía un sainete de Vacarezza o un cuento del Negro Fontanarrosa. El árbitro Gabriel Guillaume culminó una increíble noche de emociones fuertes de un clásico entre Córdoba y Argentino que hará historia, cuando a tres minutos del final expulsó al defensor salaíto Alberto Bassani, en principio por su enésima protesta contra un juez asistente, el marcador lo increpó y lo pechó como en el barrio. Parecía un incidente más de una noche agitada hasta que el juez simuló un golpe del defensor de Argentino y cayó fulminado como esos malos boxeadores que subían por unos buenos mangos a aguantarle un round a Tyson.

Hasta ahí el juez habría establecido el récord de cobrar cuatro penales para un mismo equipo en un partido del fútbol profesional argentino. En principio, el primer penal, por un supuesto empujón de Sciretta a Armani, parece el más discutible. En el segundo penal, Ledesma le puso el brazo a la pelota en el centro del Patito Santa Cruz desde la derecha. En el tercero, Mauro Conocchiari fue bajado en el área por un defensor salaíto, aunque algunos aseguran que se lo cobró al arquero Andrada. Y en el cuarto no hay dudas de que el propio Andrada lo tumbó inocentemente a Armani desde atrás, en una falta totalmente innecesaria. En realidad, la mayor polémica de la noche sobrevino tras la sanción del tercer penal, que Guillaume tuvo el coraje de cobrar en la jugada posterior al segundo.

Quizá la mayor discusión corresponda darla en torno a las cuatro expulsiones de los jugadores de Argentino. Pareció excesiva la roja directa a Sandro Sánchez por patear la pelota lejos, salvo que haya mediado un insulto, algo que sólo saben el jugador y el juez. El mismo criterio debería ser aplicado en la de Bassani, cuya expulsión sólo sería justa si realmente hubiera existido un insulto hacia el primer juez de línea, el hermano del profesor Cinquetti. Otro tanto pareció haber sucedido en la expulsión del capitán salaíto, Pastilla Ordóñez, quien habría insultado al juez después de recibir la amonestación por su protesta del primer penal, así como en la del defensor Damián Sciretta, también por un exceso verbal tras la sanción del tercer penal.

En principio, Guillaume acertó en la sanción de tres de los cuatro penales, dejó dudas sobre la justicia de las cuatro expulsiones y terminó el partido de la peor manera imaginable, cuando se contagió de ese loco berretín de los jugadores argentinos por tirarse y se dejó caer al mínimo roce con Bassani.

Aún si uno le diera la razón al juez en la sanción de los penales y hasta en la justicia de las expulsiones por supuestos insultos, resulta tan indefendible como incomprensible su increíble caída, que mereció la roja por su impresentable final de un partido de locos.
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Como toda la noche Gabriel Guillaume discute con los jugadores salaítos.

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