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 domingo, 05 de septiembre de 2004

Con cuentagotas. Ratas y olor a podrido, drama del 30% de los rosarinos
Cómo es vivir en barrios sin cloacas y poca presión de agua
Se trata de los vecinos de las zonas sur, oeste y noroeste de la ciudad

Si no fuera por los mosquitos, las ratas y el olor a podrido que brota de las zanjas, seguir con el rito de sacar la silla a la vereda sería todo un programa. Pero miles de vecinos de Rosario, sobre todo los que viven en las zonas sur, oeste y noroeste (casi el 30 por ciento de la población), sostienen que eso es hoy por hoy "imposible". Tan imposible como pretender lavar los platos mientras funciona el lavarropas. Sale tan poca agua de sus canillas que aprendieron a abrirlas de a una por vez y bañarse, cuando se puede.

Esta es la realidad de la gente que no tiene cloacas en la ciudad y que encima padece de falta de presión de agua. Vecinos que miran cómo los habitantes de los nuevos barrios que se instalan a pocos metros de sus hogares cuentan con todos los servicios de los que ellos carecen; gente que asegura estar con sus impuestos al día y acusa a "los gobernantes" por haberse olvidado de ellos y obligarlos a vivir en el "atraso y la mugre".

La Capital recorrió estos barrios y habló con vecinalistas y vecinos que describieron cómo es convivir con los pozos ciegos rebalsados y sin una gota de agua dos veces al día, una situación que se hace insoportable cuando sube la temperatura.

Mirta Duhalde, Teresita Buralli, Marta Nardoni y Victoria Cacetti son vecinas de la zona oeste (Dean Funes y Magallanes). En materia de desagües parecen expertas, muestran las cunetas y describen cada cosa que flota en el agua: "Eso no es sólo jabón -señalan-, allí también va lo que descargan clandestinamente los inodoros. Si uno sale a la puerta por la tarde, no se soporta el olor a pis y caca, y encima hay unos ratones que meten miedo".

No obstante, remarcan que entienden a aquellos vecinos que recurren a las zanjas para deshacerse de los líquidos cloacales. "Con el pozo negro no se da abasto, se rebalsa y destaparlo para no vivir en medio del olor a podrido cuesta unos 22 pesos cada dos meses", apuntan.

Norberto Diez es el presidente de la vecinal Unión y Progreso (que representa a los vecinos que viven desde Larrea a Provincias Unidas, de este a oeste, y desde avenida Perón a Segui, de sur a norte). No sólo asiente todo lo que dicen las vecinas, sino que agrega que en su barrio "está condenada el 60 por ciento de la gente" que carece de cloacas. "Son los que viven de Rouillón al oeste", precisa, y luego se anima a anunciar "otro verano caótico por la falta de agua".

A pocas cuadras de allí está la Escuela Nº6.018 (Larralde 3305). Sus 1.300 alumnos están acostumbrados a saltar los fétidos montoncitos negros de mugre que se acumulan en la veredas tras la limpieza de las zanjas por parte del municipio. "Todos los desperdicios de las cunetas quedan allí por varios días hasta que algún vecino o nosotras mismas nos dignamos a recogerlos", se queja Nélida Gerlo, con 19 años como portera de la escuela en su haber. La mujer también habla de la falta de presión de agua que desde hace años tiene a maltraer a toda la comunidad educativa. "Hemos tenido que recurrir a las cubas del municipio para llenar el tanque porque más de una vez nos quedamos sin agua. Y acá no hace falta que explique qué significa no limpiar el baño tan sólo medio día", señala. Una vecina apoya el testimonio e invita a su casa a ver la poca agua que sale de sus canillas. Se llama Amelia Almirón, vive en Larralde 3320 y asegura que el servicio se viene cortando todo este invierno dos veces al día -a las 8 y a las 11.30-, y que eso la obliga a lavar los platos recién a las 15.

El presidente de la vecinal Rivarola, Alberto Fumasoni, detalla varios problemas que se suman al barrio por la falta de agua y cloacas. "Esta vecinal va de Provincias Unidas hasta 27 de Febrero y desde avenida Perón hasta el límite del municipio (avenida de las Palmeras). En cuatro años la población se triplicó (ahora viven allí unos 15 mil vecinos) por la suma de tres barrios y dos asentamientos irregulares. Y la gente que hace 40 años que vive acá se pelea con los nuevos vecinos porque ellos sí tienen cloacas. Esto va a terminar mal", advierte.

Fumasoni también plantea otro problema: la falta de asfalto. "Mientras Aguas no se digne a hacer las cloacas no asfaltarán definitivamente la avenida Rivarola, la más importante del barrio. Nos condenan a vivir con calles de tierra", sentencia.

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Deán Funes y Magallanes. Los vecinos aseguran que la cuneta, a la que llegan conexiones cloacales clandestinas, es nauseabunda.

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