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 domingo, 20 de junio de 2004

Dinero y profesionalismo
De pesos y juveniles

Hay historias que parecen fuera de contexto. Pensar en un tenista con problemas económicos supone una contradicción. Pero es más bien al revés. Cuentan, por ejemplo, que para que Gastón Gaudio jugara su primer Roland Garros, sí el mismo que recibió 840.000 euros por derrotar a Guillermo Coria en la final de este año, su amigo Hernán Gumy, hoy entrenador de Guillermo Cañas, le prestó dinero para viajar.

Paola Suárez (foto) estuvo a punto de dejar todo por cuestiones presupuestarias. Y así una cantidad innumerable de casos. Por eso, no es ilógico suponer que muchos tenistas que alguna vez mostraron un enorme potencial, hoy deambulen por circuitos menores por culpa de los bolsillos flacos y no por responsabilidad de sus cualidades.

Quién sabe que hubiera pasado con Gaudio si no hubiera tenido un Mesías. Esa es una de las historias más comunes. Otra, que se repite cíclicamente, es la que nuclea a los tenistas de enorme suceso en juveniles y su casi desintegración a la hora de saltar a profesionales. Federico Browne y María Emilia Salerni son los casos más paradigmáticos de este lado del mundo.

Otrora campeones mundiales juveniles, Federico y la Pitu merodean en el lote que va del 100 al 200 en la ATP y la WTA.

Sus logros fueron increíbles. Browne ganó todo lo que le pusieron enfrente y la rafaelina es la única deportista de este país que alguna vez ganó Wimbledon en individuales. Fue en 2000 y frente a la ucraniana Tatiana Perebiynis, a quien también derrotó en la final junior del US Open de ese año.

La novia de Cañas todavía tiene cierto margen para recuperar terreno, pero Browne, a los 28, difícilmente pueda cumplir con aquellas predicciones. En la carrera de Federico hubo un quiebre. Fue víctima de una de las épocas de vacas flacas y fue convocado para jugar la Davis. Esa pésima experiencia a una corta edad parece haber sido el disparador de todo lo que vino después. Sólo disputa torneos challengers y las clasificaciones de los grandes torneos. Hace apenas 10 años era el tenista de mayor futuro de este país.

Mucho más atrás en el tiempo, Claudia Casabianca demostró que no es lo mismo el profesionalismo que la etapa de juveniles.

Quizás esa sea otra de las materias pendientes de la Asociación Argentina de Tenis, plagada de carencias dirigenciales y de infraestructura.

La etapa juvenil no termina con el paso al profesionalismo. Recién concluye cuando el deportista se inserta y se consolida en la alta competencia.

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