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 domingo, 20 de junio de 2004

Editorial
Rosario y la bandera

El país vive horas difíciles, si bien después de mucho sufrimiento ahora avizora un rayo de luz al final del túnel. En ese marco hoy, 20 de Junio, homenajea nuevamente a su símbolo más trascendente y entrañable, la bandera. El eje de las celebraciones estará, por supuesto, en Rosario, donde hace casi dos siglos la dio a luz Manuel Belgrano, en las barrancas del Paraná.

Se aguarda una ceremonia emotiva, cargada de sentido patriótico y enaltecida por la presencia del primer mandatario de la Nación, Néstor Kirchner. Pero además, la ciudad debería valorar esta ocasión para reflexionar en torno de su relación con la enseña patria y, a posteriori, volverla más íntima y profunda.

Sucede que -acaso paradójicamente- no son tantos como debieran los rosarinos que valoran de modo adecuado el hecho de que la urbe en que habitan haya sido cuna de la bandera celeste y blanca. Es que Rosario, según se sabe, tiene una identidad que aún se encuentra en construcción. Su juventud constituye, en ese sentido, un obstáculo a vencer: la ciudad necesita afirmar el eje de sus convicciones, para agregar a su indiscutible capacidad de trabajo y potencia creativa la imprescindible dosis de autoconocimiento y amor por sí misma que le permita superar las barreras que se le oponen. Y acaso el eje de esa identidad pueda ser el reencuentro con la bandera.

Claro que para que tal reencuentro se produzca es necesaria la conjugación de múltiples factores: uno de ellos, sin dudas clave, es el educativo. Y en tal sentido, correspondería que a los chicos rosarinos se los formara de modo especial y desde pequeños en temas como la vida, obra y proyección de la figura de Manuel Belgrano, tal vez el más humano y querible de los próceres nacionales.

Otro de los elementos que generan confusión es la elección del 7 de octubre como día de la ciudad. Esa fecha, por cierto, se celebra el Día de la Virgen, que a su vez evoca la batalla de Lepanto, en 1571, en la cual los ejércitos cristianos vencieron a las fuerzas turcas. Acaso, y tomando en cuenta que el hecho más trascendente y fundacional en la historia de la ciudad es la creación de la bandera, debiera repensarse la fecha para plasmar una legítima coincidencia.

La ciudad y la bandera deben asimilarse, para finalmente confundirse en una.

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