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 domingo, 20 de junio de 2004

Ryad ahora va en serio

Washington. - La ejecución del rehén Paul Johnson pone una vez más a prueba las delicadas relaciones entre Washington y Ryad, pero también podría traducirse en un fortalecimiento de la cooperación entre ambos países en nombre de un enemigo común: Al Qaeda. Es que la ambigüedad saudita respecto de la red terrorista parece haber quedado atrás, al sufrir en carne propia desde el año pasado el azote de sus atentados.

El anuncio de la muerte del ingeniero estadounidense fue seguido en Washington de una mezcla de críticas abiertas o veladas a Arabia Saudita, y de afirmaciones en el sentido de que Ryad estaba decidido a combatir el terrorismo. El presidente George W. Bush afirmó que Estados Unidos "no retrocederá" frente al terrorismo, pero, prudente, se abstuvo de hacer referencia a Arabia Saudita, al igual que el vicepresidente Dick Cheney.

El secretario de Estado Colin Powell mostró, por su lado, una actitud positiva respecto a Ryad, a la que agradeció "sus incansables esfuerzos por salvar a Johnson". Powell afirmó que ese asesinato "fortalecerá nuestra determinación común de derrotar al terrorismo".

Las declaraciones del candidato demócrata, John Kerry, expresaron abiertamente, en cambio, la desconfianza que prevalece en un amplio sector de la clase política hacia el reino saudita. Kerry dio a entender que la colaboración de Ryad era aún débil, afirmando que era "esencial que tengamos la total colaboración del gobierno saudita para perseguir a esos terroristas y destruir a Al Qaeda".

Aliado histórico de Estados Unidos en el corazón de la primera región petrolera del mundo, Arabia Saudita vio cómo ese vínculo estratégico entró en crisis con los atentados del 11 de setiembre de 2001, cuyos autores eran mayoritariamente sauditas, así como el jefe de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Pero hasta los atentados de 2003 en Ryad el reino mantuvo una posición reticente sobre Al Qaeda, a cuya financiación habían contribuido poderosas familias de la aristocracia. Ahora el reino sabe que lucha por su supervivencia y que Al Qaeda sueña con hacerlo caer para establecer un califato integrista dueño de las primeras reservas de petróleo del mundo.

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