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 domingo, 20 de junio de 2004

Punto de vista: Los Roldán ahora deben ser flacos

Rodolfo Bella / La Capital

Los actores no son modelos de pasarela, pero no se entiende del todo cómo algunos de los intérpretes de "Los Roldán" supuestamente hayan debido empezar a cerrar la boca para controlar su exceso de peso. Las dos actividades -modelaje y actuación- tienen sus códigos. En la opinión general, en el caso de las chicas flaquísimas que son la percha de lujo de los delirios de los diseñadores de moda, si bien tampoco se entiende demasiado, la delgadez es un requisito tolerado.

Pero un actor o una actriz usan sus cuerpos de otra manera y con otros fines. Aunque los ayuda al principio, su trabajo no pasa específicamente (al menos en la mayoría de los casos) por si su aspecto lo acerca más a un dios o una diosa griega que al monte Olimpo.

¿Qué interés puede existir en semejante promoción del sobrepeso de la bonachona familia Roldán? ¿Por qué son ellos y no los Uriarte los que tienen que mantener en alto el estandarte de la "figura correcta" cuando se trata de mantener un patrón estético en el programa? ¿No es una contradicción que no se le haya exigido que baje de peso también a la actriz Silvia Sismondi que interpreta a la mucama de los Roldán? ¿Por qué una empresa productora querría intervenir de tal forma sobre el cuerpo de sus actores al punto de pretender que mantengan un peso que no es vinculante con el personaje ni con el nivel de interpretación?

Es curioso que de pronto todos comprendan que están gordos, ansiosos por las largas horas de grabación y extrañando a sus hijos, maridos y parejas, y que por eso comen y comen. Al margen de razones individuales, corporativas, de la producción o lo que sea, promocionar dietas es una moda nefasta, con excepción de aquellas que pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Es decir cuando el tema de fondo es no morir de un infarto por el exceso.

Las modelos renacentistas, con todos sus excesos, se reirían del imperio efímero de la moda y estarían felices de transgredir los designios sociales y hacerse responsables de su propio cuerpo. O si no pregúntenle a Rembrandt.

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