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 miércoles, 31 de marzo de 2004

El barrabrava estaba preso y quedó libre el lunes
A Chaperito le salió una bien
Juan Alberto Bustos estaba acusado de balear a dos personas pero un juez lo absolvió. No hay pruebas

Un juez absolvió de culpa y cargo a Juan Alberto Bustos en una causa en la que estaba procesado por herir a balazos a dos personas y de presionar a una de ellas para que no lo culpara. El magistrado tomó esa decisión porque no halló pruebas sobre la autoría de Bustos y además se encontró con severas contradicciones en las declaraciones de las víctimas y de una testigo presencial, que primero lo acusaron ante la policía y luego se desdijeron ante el juez que investigó el caso.

Bustos no es otro que Tito o Chaperito. Es uno de los hijos del barrabrava de Rosario Central Juan Carlos Bustos. El mismo lideró un sector de la barra antes de que Andrés Pillín Bracamonte monopolizara el liderazgo del sector más violento de la hinchada canalla, pero ahora asegura que está "retirado" y que ya no concurre a las canchas de fútbol.

El juez que lo absolvió es Julio César García. El magistrado reconoció ayer a La Capital que probablemente la opinión pública censure este veredicto, pero dijo que su obligación es fallar por las pruebas reunidas durante la investigación. "Y en este caso las pruebas no existen", reveló.

Basta con leer el expediente para certificarlo. No hay allí ninguna evidencia que vincule directamente a Bustos con el ataque a balazos más que los dichos de las víctimas y de una supuesta testigo presencial, que para colmo luego cambiaron su declaración y crearon así una formidable confusión.

El episodio ocurrió la tardecita del 23 de diciembre de 2002 en Ecuador y el pasaje 6 de Diciembre, en el sector oeste de la ciudad. Aquel día, un hombre y una mujer charlaban en la calle cuando de pronto un auto se detuvo cerca de ellos. Del vehículo se bajó un muchacho y sin ninguna advertencia previa sacó un arma de fuego y comenzó a disparar.

Fueron seis o siete estampidos que crearon confusión y miedo. Segundos después, cuando el auto incluso ya había desaparecido, se vio el saldo: el hombre tenía un disparo por encima de la rodilla derecha y la mujer presentaba una herida de bala en el cuero cabelludo.

Entonces comenzaron los equívocos. Ese mismo día la mujer le dijo a la policía que había sido Tito Bustos. Lo mismo declaró la otra víctima, a quien supuestamente estaba dirigido el ataque por cuestiones de enemistad con Chaperito. Por último, hasta una testigo señaló a Bustos como autor de los disparos.

Pero después todo cambió. Cuando las citaron a declarar ante un juez, las dos mujeres dijeron que no podían asegurar que hubiese sido él. Y el hombre, que se llevó la peor parte en el ataque, acusó a la policía de haber inventado su declaración para culparlo.

El sugestivo cambio de todos los protagonistas disparó las sospechas en torno a un posible apriete del propio Bustos para que no lo acusaran. Sin embargo, ninguno de ellos hizo referencia a la existencia de amenazas. Y no lo hicieron pese a que tuvieron que declarar más de una vez y ante jueces distintos.

Más contundente todavía resultó una carta que la mujer baleada envió a la esposa de Bustos. Allí decía que no había sido él quien la hirió. Luego, ante la presencia de un magistrado, reconoció que el texto era suyo.

El juez García dijo en su sentencia que frente a la "incertidumbre" que genera este estado de cosas, y ante la ausencia de pruebas que vinculen a Bustos con el ataque, la salida es una sola: la absolución.

Chaperito regresó a su casa, aunque ahora debe hacer frente a otra acusación por un delito menor.

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