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 sábado, 14 de febrero de 2004

Frustrada estafa por teléfono desde una cárcel cordobesa
Intentaron hacerle creer que habían secuestrado a su hijo
El chico fue objeto de una intensa búsqueda. La policía no quiso tomar la denuncia

Ayer a la mañana una llamada telefónica crispó los nervios de una empleada de La Capital luego de que una voz anónima llamara a su casa con un mensaje inquietante: su hijo de 14 años había sufrido un accidente y había sido capturado por una banda de secuestradores. La noticia corrió como reguero de pólvora entre sus compañeros de trabajo y entonces comenzó una búsqueda desenfrenada. El alivio para la mujer llegó dos horas después cuando supo que había caído en una trampa extorsiva. El chico estaba jugando con sus amigos en un club de la zona norte. También tuvo otra certeza: el contacto telefónico que había recibido provenía de una cárcel de Córdoba.

Eran las de 11 de ayer cuando Diana Pernas, de 50 años, estaba en su oficina y recibió un llamado de su empleada doméstica. La mujer le dijo que un hombre había llamado a su casa del barrio Arroyito anunciando que el hijo de Pernas, Patricio, de 14 años, había tenido un accidente y estaba secuestrado. "Le dijeron que querían hablar con el padre o la madre y que debíamos entregar el dinero que teníamos guardado en el placar". Y antes de cortar el interlocutor prometió un nuevo contacto para la tarde ante la ausencia de Diana y su esposo.

La desesperación invadió a Diana y a partir de allí comenzó un periplo para tratar de ubicar al adolescente. La empleada corrió a su casa y sus compañeros de trabajo iniciaron una recorrida telefónica por los hospitales para rastrear a Patricio ante la posibilidad de que se hubiese accidentado.

Diana tenía una certeza. Sabía que su hijo estaba en la clase de tenis en el club Náutico Sportivo Avellaneda. Entonces caminó con desesperación las dos cuadras que la separaban de la entidad deportiva. Obnubilada, recorrió las instalaciones, pero Patricio no aparecía. Luego fue a un ciber al que concurre habitualmente el adolescente, pero allí tampoco lo encontró. "El encargado (del local) me dijo que no lo había visto en toda la mañana y me volví loca", comentó.

Visiblemente alterada, Diana regresó a su casa. Y sonó nuevamente el teléfono. Apenas levantó el aparato, la voz grabada de una operadora le anunciaba que "era un llamado por cobro revertido de la penitenciaría de Córdoba". La empleada marcó el cero para recibir la comunicación, pero del otro lado de la línea nadie respondió, aunque pudo escuchar un murmullo confuso de algunas personas.

Diana estaba sola porque su marido había viajado y su desesperación iba en aumento. Entonces sólo atinó a llamar a un compañero de trabajo, que le sugirió que diera aviso a la policía. Pero el teléfono no paraba de sonar y Diana ya había decidido no atenderlo.

Mientras tanto, desde las oficinas del diario, sus compañeros de trabajo intentaban localizar a Patricio. Se contactaron nuevamente con los hospitales, pero la búsqueda resultó infructuosa. Al fin, un contacto telefónico trajo alivio a Diana: el portero de Náutico había visto al adolescente jugando "a las maquinitas".

Cuando ya la policía estaba alertada del suceso, Diana recibió un nuevo llamado de la penitenciaría de Córdoba, pero la mujer interrumpió enseguida la comunicación. Casi al mismo tiempo arribaron a su casa de Arroyito dos efectivos del Comando Radioeléctrico. Poco después, la empleada doméstica y los uniformados hallaron al pibe jugando en el club.

Un rato después, Diana fue a la comisaría 9ª para denunciar el episodio, pero el policía que la atendió decidió no aceptar su presentación. "Me dijeron que son muchos presos y que no se podía identificar quién había llamado", comentó.

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