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 sábado, 14 de febrero de 2004

Balance de gestión del director del Museo de la Memoria
"Hasta los períodos más negros tienen un costado luminoso"
Rubén Chababo dice que en el tema de la censura prefiere destacar a los bibliotecarios que salvaron libros antes que mostrar los ejemplares quemados

Eugenia Langone / La Capital

"Aún debemos debatir una política seria sobre cómo preservar la memoria y los lugares de la memoria, porque no se pueden convertir en museos los 360 centros clandestinos de detención que existieron durante la última dictadura militar". De esta manera y a un año de estar al frente del Museo de la Memoria, Rubén Chababo hace un balance del trabajo de la entidad en Rosario al que califica de "altamente positivo". Aunque admite que el eje del museo es el terrorismo de Estado entre 1976 y 1983, Chababo aclara que "no se puede pensar el genocidio argentino sin ponerlo en relación con otras experiencias de la historia del país y de América latina". Y asegura que a la hora de contar la historia prefiere "mostrar los costados luminosos que siempre existen en medio de la barbarie".

-¿Cuál es el balance que hace a un año de gestión?

-Es un balance altamente positivo porque el museo logró consolidar un lugar en la ciudad, pero también a nivel nacional e internacional se reconoce el trabajo sistemático por la recuperación de la memoria. Y cuando hablamos de la consolidación en la ciudad podemos decir que tiene un íntimo contacto con el sistema educativo porque ya pasaron por el museo más de 200 escuelas, además de seminarios para docentes y contactos permanentes con departamentos e investigadores de la Universidad.

-¿Cómo reacciona el público en general cuando visita al museo?

-Hay dos tipos de público, el que está informado y el que no. Las respuestas son positivas porque la gente descubre todo un espacio de la historia que es necesario indagar y conocer. En general piensan que van a encontrar una visión escabrosa y tortuosa de la historia, pero no apostamos a una visión repetitiva, sino a una mirada iluminadora.

-¿Cómo se logra eso?

-Hasta los períodos más oscuros de la historia tienen un costado luminoso. Donde hubo barbarie, también estuvieron quienes dignificaron los conceptos de ciudadanía y civilidad. Se puede optar por lo morboso que sabemos que existió, pero hay otra opción. Están las historias de aquellos que aportaron para hacer menos duros aquellos años. Si me refiero a la censura, puedo hablar de libros quemados, pero prefiero mostrar los bibliotecarios que salvaron ejemplares o los que enterraron bibliotecas enteras esperando que todo terminara.

-El Museo de la Memoria se centra en la última dictadura militar argentina, ¿pero en algún momento no piensan trabajar otros hechos, otros períodos de la historia?

-Acotar el trabajo del museo al período que va de 1976 a 1983 es empobrecer las visiones de la historia y sabemos que cualquier proyecto de investigación histórica no puede acotarse a una fecha. Para pensar el genocidio argentino hay que ponerlo en relación con otras experiencias traumáticas de la historia no sólo argentina, sino también latinoamericana. El eje es ese período, pero a la vez tendiendo relaciones hacia el pasado y el futuro. Porque los efectos de la dictadura no terminaron en el 83 y las razones de la dictadura no comenzaron el 24 de marzo de 1976.

-¿Cómo piensa una política de preservación de los llamados lugares de la memoria?

-Todavía debemos debatir una política sobre cómo preservar la memoria y los lugares de memoria. No se pueden convertir todos los lugares en museos, porque hubo en la dictadura 360 centros clandestinos de detención. Por eso, hay que pensar una política seria de cómo preservar esos sitios de memoria. Y esa es una tarea del Estado, que debe ser consciente de que no se debe arrasar con esos lugares y que a veces es suficiente una inscripción o una placa recordatoria. Estas también son formas de preservar el recuerdo. Además, delinear una política de preservación es una tarea muy compleja porque hay que pactar con todos los actores sociales. Un ejemplo de eso es que a veces se pone una inscripción y dura poco tiempo porque hay actores que intentan arrasar con eso, como sucedió en el Bosque de la Memoria (parque Scalabrini Ortiz). Son políticas que debemos sentarnos a pensar.

-En un año recibiste elogios y también críticas...

-Los elogios vienen de quienes encuentran en el museo una institución que intenta dar respuesta a muchos interrogantes. Las críticas, en cambio, llegan de sectores que consideran que hay que hacer tabla rasa con el pasado y sólo mirar al futuro, apoyan la idea del olvido y creen que mirar atrás es quedar aferrado a lo traumático. Estos sectores no son pocos, pero están en todas las sociedades. A Europa también le llevó años poder tramitar el genocidio por el que habían pasado.

-¿En que quedó la intención de expropiar el edificio donde funcionó el Comando del II Cuerpo de Ejército (Córdoba y Moreno), que es el lugar definido para el museo?

-La situación es que la Municipalidad debe acordar con los dueños del edificio y comenzar a hacer los pagos antes de mayo del 2004, porque esa es la fecha límite para que no caiga la ley provincial que autoriza la expropiación. De todos modos, ya estamos trabajando en el desarrollo del plan para la instalación del museo en ese edificio. Para la mudanza ahora dependemos de los tiempos jurídicos y económicos.

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"El museo se consolidó en la ciudad".

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