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 sábado, 31 de enero de 2004

Editorial
Las obras en el puente Rosario-Victoria

Parece increíble pero es cierto: por estos días comenzarán finalmente las obras que permitirán repavimentar el 80 por ciento de la calzada en la traza del complejo vial que une a Rosario con Victoria. Esto ocurrirá apenas a ocho meses de inaugurada la monumental obra, lo cual habla a las claras de los errores que se cometieron durante su planificación y prolongada ejecución.

Las obras que acaba de anunciar la empresa Puentes del Litoral incluyen la terminación de las defensas antichoque en el puente principal del complejo. Se trata de una medida esencial para garantizar la seguridad del complejo en una zona de mucho tránsito de buques de ultramar, algo que mantiene siempre abierta la hipótesis de posibles accidentes.

Aunque resultan estrictamente necesarias, es imposible soslayar que estas obras deben reparar cosas que se hicieron mal durante la construcción. Actualmente, 47 de los 59 kilómetros de la calzada está en mal estado y esto de ningún modo puede atribuirse al desgaste de los años y al ajetreo del tránsito, como ocurre con otras rutas que además no reciben mantenimiento, sino a las fallas de quienes diseñaron el complejo y luego lo construyeron.

Ahora habrá que invertir 33 millones de pesos en reparar algo recién terminado. Aunque lo haga la empresa que explota el uso de la obra, el Estado debería seguir de cerca este proceso y convertirse en garante de que esta vez las cosas se harán bien, no sólo porque así debe ser sino porque de lo contrario habría vidas en peligro y en el futuro habría que gastar todavía más dinero para seguir emparchando todo aquello que se hace mal por desidia, para ahorrar plata o por las razones que fuera.

Por el puente Rosario-Victoria cruzan todos los días casi 3.500 vehículos y probablemente este número se incremente con el paso del tiempo. Por el río Paraná, en tanto, atraviesan barcos de gran porte cuyo impacto contra el puente principal podría causar una verdadera tragedia. Es hora entonces de que las cosas se hagan como corresponde y, de una vez para siempre, el complejo sea noticia por su aporte al desarrollo de la región y no por esta extraña necesidad de salir a emparcharlo cuando apenas terminan de inaugurarlo.

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