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 sábado, 31 de enero de 2004

El caso planteó un nuevo escenario y expuso un "agujero" de la legislación
El "caníbal de Rotemburgo" fue condenado a ocho años de cárcel
El reo, Armin Meiwes, comió a otro hombre que le había pedido que lo matara. Tuvo otros 204 ofrecimientos

El informático alemán Armin Meiwes, el llamado "caníbal de Rotemburgo", fue condenado ayer por el tribunal regional de Kassel a ocho años y medio de cárcel por homicidio, después de haber matado y devorado parcialmente a otro hombre.

Meiwes, de 42 años, confesó haber matado, descuartizado y haberse comido gran parte de los órganos de un ingeniero berlinés un año mayor que él. El condenado había contactado a su víctima a través de Internet y había grabado en video el macabro acto, que tuvo lugar en marzo de 2001.

"Me alegro de que todo haya pasado", dijo sereno e incluso sonriente tras leerse la sentencia, que le permitiría quedar en libertad dentro de cuatro años y medio por buena conducta. "A mediados de 2008 quedará libre de nuevo", afirmó por su parte su abogado defensor, Harald Ermel.

No obstante, la fiscalía anunció inmediatamente una solicitud de revisión ante la Corte Federal. Como en Alemania el canibalismo no está tipificado como delito, la fiscalía había exigido que le se condenara por asesinato con móvil sexual. Sin embargo, la defensa pedía que se le aplicara una pena apropiada al delito de asistencia al suicidio, un máximo de cinco años, ya que la víctima había accedido a su muerte.

"Nos encontramos en una zona marginal del Derecho Penal, ya que nos falta experiencia al respecto", dijo el juez presidente del tribunal, Volker Muetze, en conclusión a uno de los juicios criminales más espectaculares en la historia reciente del país. "El canibalismo es un comportamiento que rechaza la sociedad", señaló.

Al leer la sentencia, Muetze consideró que el delito no fue un asesinato, ya que fue un acto realizado de mutuo acuerdo entre dos personas con alteraciones psíquicas. Además, según el magistrado, Meiwes no mató a su víctima para sentir placer sexual en primer lugar, sino para establecer un vínculo permanente con una persona al comerse su cuerpo.

El juez consideró que el condenado, más que sexo y placer, buscaba seguridad y recogimiento. No obstante, señaló que no se trató de asistencia al suicidio ya que, en su opinión, la víctima no exigió su muerte explícita y seriamente, sino que más bien quiso ser castrado para vivir así "la mayor sensación de su vida".

"La matanza y la utilización posterior del cadáver formaban parte del acuerdo alcanzado entre ejecutor y víctima. Para ambos, el otro era instrumento para cumplir los propios deseos", dijo Muetze. Meiwes no podrá cumplir su pena en un psiquiátrico ya que, según informes de dos expertos, es completamente imputable. Además, al no tener antecedentes penales, el tribunal no pudo ordenar el régimen de seguridad, aunque los psiquiatras creen que el condenado tiene un alto peligro de reincidencia.

La sesión estuvo completamente abierta al público, lo que generó una gran avalancha de visitantes y un amplio despliegue mediático nada acostumbrado para el tribunal de provincia.

El proceso, de dos meses de duración, fue seguido con gran atención por los expertos en leyes, ya que se trataba de una materia jurídica completamente nueva en la historia de Alemania. Además puso de manifiesto la existencia de una escena canibalista hasta ahora desconocida en el país.

Investigadores policiales que declararon ante el tribunal en sesiones anteriores afirmaron que Meiwes había recibido correos electrónicos de 204 personas que se ofrecían para ser comidas. Al parecer, el acusado había estado obsesionado desde pequeño con la carne humana y conservaba en su computadora infinitud de fotografías con escenas sangrientas. Según las investigaciones llevadas a cabo, el caníbal no tuvo más víctimas más allá del ingeniero, aunque aseguró en varias ocasiones que si se hubiera vuelto a dar la situación hubiera vuelto a comerse a una persona.


Amable y simpático
En el proceso, varios conocidos y colegas de trabajo de Meiwes lo describieron como una persona amable y simpática que amaba a los niños y que ayudaba en todo lo que podía a sus vecinos. Sin embargo, en su círculo de allegados nadie sabía nada de sus macabras fantasías.

También la víctima era considerada un "buen chico". No obstante, sufría al parecer una obsesión con que lo castraran, algo con lo que pretendía purgar su supuesta culpabilidad en la muerte de su madre, quien se suicidó cuando él era un niño.

Meiwes anunció que utilizará el tiempo que pase entre rejas para escribir su biografía, con la que pretende persuadir a otras personas con las mismas tendencias de que no hagan lo mismo que él. El condenado recibió también varias propuestas para llevar su historia a la pantalla. (DPA)

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Armin Meiwes podría quedar libre en 2008.

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