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 sábado, 31 de enero de 2004

El músico habla de su disco "Fuera de catálogo"
"Chivo" González: "Siempre tuve la sensación de que llegué un poquito tarde para todo"
El saxofonista rosarino dice que en su CD solista debut priorizó la espontaneidad por encima de la perfección

José L. Cavazza / La Capital

La excusa fue el disco editado a fines de 2003. Por si fuera poco, el primero en carácter de solista en más de 40 años de saxofonista. De todos modos, Rubén "Chivo" González, todo un histórico entre los jazzmen rosarinos, siempre tiene algo interesante para contar. De su vida, de la música, de la ciudad y de otras cuestiones.

Chivo González grabó "Fuera de catálogo" (editado por el sello municipal) mayoritariamente en Rosario junto a una legión de amigos músicos -el Ruso Kobryn, Pau Ansaldi, Cuqui Polichiso, Emilio Maciel y Fernando de la Riestra, entre tantos otros-, pero sin embargo el proyecto del disco lo acompañó por ciudades tales como Buenos Aires y Montevideo, donde grabó algunos temas junto al pianista Adrián Iaies y al tecladista Hugo Fattoruso.

-¿Tardó mucho tiempo la llegada del primer disco solista?

-No creo. Aunque esto que voy a decir juegue en contra mío, yo nunca me sentí capacitado para sacar un disco, con todos los tipos capos que graban... Si bien es cierto, no soy un precoz en esto, siempre está la desconfianza de lo que podés llegar a hacer.

-¿El disco intentó ser una especie de recorrida por el tiempo, tu vida y las ciudades?

-Esa es la idea. Cuando me tocó grabar el disco, me pregunté: "Qué voy a grabar, standars o cosas mías". Con esta discusión en la cabeza nació el disco. Si con estos temas originales soy capaz de dar un pantallazo de las cosas a las cuales guardo afecto, entonces está cumplida la misión.

-¿Grabar standars hubiera dado como resultado un disco completamente distinto?

-Totalmente diferente. Además siempre hubiera sido comparado con la versión de Fulano o Sultano, y la misma autocrítica me hubiera deprimido.

-Incluiste grabaciones familiares en algunos temas ¿Qué buscaste con esto?

-En el 79, por mi laburo en un centro de cómputos en una compañía de seguros, viajé 35 días a Estados Unidos para hacer una migración de equipos de computación. Los últimos cuatro días fueron una especie de vacaciones en Nueva York. Mi viejo me había encargado un radiograbador. Después de comprarlo, lo primero que hice fue ponerlo en funcionamiento en la ventana de mi habitación en el hotel. Grabé ruidos, un programa de jazz, un noticiero. Después, en Argentina mi viejo, para aprender a usarlo, empezó a hacer pruebas. Al tiempo, tras la trágica desaparición de mis viejos encontré el casete y al escucharlo me agarró una conmoción al oír sus voces. Yo quería hacer un tema para mis viejos, entre melancólico y optimista, que se llamara "Juanita y Pepe". Me acordé de aquel casete y me pregunté si en los diálogos mi mamá diría Pepe y mi papá Juanita. Lo escuché y no sólo me encontré con esas palabras sino con las risas de mis hijas, los ruidos de Nueva York. Comprimí todo, lo edité con la computadora y los incorporé en algunos temas.

-Y así nació la balada que grabaste con Adrián Iaies...

-Desde el momento en que nos conocimos, con Iaies me llevé muy bien. Me llevé las dos hojitas a Buenos Aires, tocamos un poco nada más y grabamos. Así de natural. Creo que esa era la idea del disco, no hacer cosas que sonaran demasiados perfectas, sino dejar en segundo o tercer plano la perfección y poner al frente la espontaneidad.

-Los temas con Hugo Fattoruso tienen un pulso más urbano...

-Iaies curte una onda más del corazón y la onda de Fattoruso es más punzante y rítmica. Uno se expresa bien en los tiempos lentos y el otro te da vuelta la cabeza con el ritmo. Entonces, busqué un par de temas picantes para que Hugo pudiera añadirle su sabor rioplatense. Ambos temas salieron de una. Tomé un ómnibus Rosario-Montevideo, una noche calurosa de marzo con seis millones de bichos por centímetro cuadrado y yo esperando en el andén con los dos saxofones... Diez horas y media de viaje para encontrarme con un Hugo increíble.

-Las melodías siempre parecen simples, como esbozadas para dar pie a la improvisación. ¿Esa es la síntesis que hiciste después de largos años en el jazz?

-Probablemente sea eso, pero me parece que tiene más que ver con la idea de estar más tranquilo y despojado de complicaciones extras. Si de jazz se trata y si vamos a pasar un buen momento tocando juntos, no nos metamos en camisa de once varas. Ya habrá tiempo para eso en otras instancias. En este disco lo importante era el encuentro y el afecto. Quizá otro piense que debería haberme jugado por algo más complejo y contemporáneo. Yo creo que en la historia del jazz hay algunos temas que tienen cuatro o cinco notas y te despeinan.

- Los textos del book del CD reflejan cosas de tu vida, de tu vínculo con el barrio, la familia. En este contexto tan argentino, ¿por qué te prendió el jazz?

-Es difícil de contestar. Le busco la vuelta pero... De pibe vivía a la vuelta del club Echesortu y los sábados veía pasar a los tipos con sus uniformes de banda impecables, sus pelos engominados y sus instrumentos. "Eso me gustaría ser cuando sea grande", me decía. Mi vieja a veces me daba permiso para ir a escuchar a las orquestas en los bailes del club Echesortu. El tango no me gustaba porque me ponía triste pero cuando venían las bandas de jazz con los saxos y las trompetas, a mí era algo que me volaba la cabeza.

-¿Te hubiera gustado haber nacido en otra época?

-En realidad, siempre tuve la sensación de que llegué un poquito tarde para todo. De todos modos, no me puedo quejar; la vida fue generosa conmigo.

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"En este disco lo importante era el encuentro y el afecto".

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