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 sábado, 31 de enero de 2004

La crisis en la región genera frustración y acciones sin reflexión
"La escuela tiene que generar una mayor participación cooperativa, no temor al otro"
Así lo señala Horacio Belgich, autor de un libroque habla sobre la violencia escolar

Fabiana Monti / La Capital

"Escuela, violencia y niñez: nuevos modos de convivir" es el título del libro de Horacio Belgich, psicólogo, quien ejerció su profesión en distintos ámbitos de educación especial e instituciones terapéuticas.

El autor toma como base la tesis de Hanna Arendt y plantea que pensar en violencia significa reflexionar acerca de la impotencia.

"La crisis en nuestra región genera frustración y esto no deja otra posibilidad que una acción sin ningún tipo de reflexión, donde la violencia se plantea como un acto destructivo", indica el autor.

Desde su perspectiva, la sociedad ha dejado determinados "ritos de paso", como la introducción a la escolarización, tener trabajo, un proyecto de familia manifestando que "hay un fuerte abandono del mundo adulto al niño y al adolescente".

Entonces, según su teoría, la escuela es la institución privilegiada para producir la re-inclusión de modo que les permita a los niños pensar cuáles son los poderes que tienen, es decir la capacidad de reflexión, de acción. "La escuela tiene que dar una mayor participación cooperativa, no generar el temor al otro".

Belgich opina que hay toda una ideología en relación a la competencia, "en saber más" y lo importante sería que ese estudiante pueda pensar cuál es su lugar en el mundo.

En ese sentido, destacó el lugar que tiene la familia, en una época donde se la sigue pensando como algo nuclear y está muy fragmentada.

Su propuesta se basa en que el docente trabaje de otro modo, sobre todo, que el niño tenga una participación activa en la institución escolar, que se sientan responsables porque ellos también la habitan.

Para ello, toma como ejemplo la experiencia realizada por el maestro polaco Januz Korczack, en la época del nazismo, donde implementó, en la institución asilar que le tocó dirigir, una serie de instituciones menores. Allí los niños tenían esa participación activa y a modo de tribunales resolvían cuestiones de la vida cotidiana. La experiencia finalizó cuando los ejércitos del III Reich invadieron Polonia y encerraron en sus campos a los chicos -casi todos de ascendencia judía- y Januz, sin serlo, acompañó a sus compañeros y fue muerto con ellos. A pesar del trágico final, la experiencia deja una marca para reflexionar sobre estas cuestiones en la actualidad.

"Los chicos a veces son violentos porque no pueden expresar la injusticia. No siempre tienen la posibilidad de decir lo que les pasa. La educación se burocratiza y se cumple con el ritual de aprender y escribir, pero no se piensa que es lo que se siente", señaló el autor de la publicación.

Por eso, el primer desafío para modificar estos modos de convivir es un trabajo con los adultos y luego con los niños. "Es importante que los chicos aprendan a cuidarse y la escuela tiene que ayudar a eso. El niño puede aprender a decir que no y eso ayudaría a formar un nuevo ciudadano, más diferente al que hoy vivimos en el país", sintetizó.

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Belgich ejerció como psicólogo en la eduación espacial.

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