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 miércoles, 12 de noviembre de 2003

Nuevo fallo de un caso controvertido en Vera Mujica al 3800
Ratifican el sobreseimiento de un chofer acusado de homicidio
Para un juez, Sergio Boja actuó en legítima defensa al matar a Cristian Espinoza. Apelaron la resolución

Una medida judicial volvió a favorecer a un camionero que el 11 de abril de 2002 mató de un escopetazo a un joven de 18 años suponiendo que se trataba de un ladrón. El chofer Sergio Boja fue sobreseído por el mismo juez que un año atrás lo dejó en libertad, quien en este lapso profundizó la investigación a pedido de sus superiores y sacó la misma conclusión que antes: que el conductor disparó en defensa de su vida. Pero esto no implica el cierre del caso, porque la resolución fue apelada por una fiscal disconforme con el dictamen.

No es la primera vez que el camionero es desvinculado del homicidio de Cristian Martín Espinoza. Hace más de un año, en julio de 2002, el juez de Instrucción Osvaldo Barbero le dictó la falta de mérito con el mismo argumento (la legítima defensa) y lo dejó en libertad. Esa decisión fue cuestionada por la fiscal Cristina Rubiolo y sometida a revisión en la Cámara de Apelaciones. Los camaristas hojearon el expediente y les quedó la sensación de que esa legítima defensa no estaba tan clara y que todavía faltaban medidas para aproximarse a la verdad.

Esa primera resolución no trajo alivio al chofer: quedó sin efecto y Barbero tuvo que ordenar nuevas pericias para despejar los enigmas del caso. El 31 de octubre pasado, en una resolución que se conoció ayer, el juez dijo que todas estas medidas recientes no modificaron su hipótesis inicial. Y que al no haber otros elementos que incriminen a Boja, correspondía dictarle el sobreseimiento ante los sucesivos pedidos de su defensor, Rubén Navas, para que el caso sea resuelto.


Con una escopeta por los ruidos
Los hechos ocurrieron la noche del 11 de abril de 2002 cuando Boja se encontraba en su casa de Vera Mujica al 3800 junto a su mujer. El chofer había dejado su camión con la carga completa frente al domicilio porque esa misma noche planeaba salir de viaje. De pronto, alrededor de las 22.30, escuchó ruidos en el camión y pensó que se trataba de ladrones. Tal como él mismo lo relató, tomó una vieja escopeta que pertenecía a su abuelo y se asomó a la ventana con el caño del arma sobresaliendo por entre los dibujos de la reja.

Boja dijo que encontró a un hombre trepado a la cabina del camión, lo instó a que se fuera y entonces apareció un cómplice que le apuntó con un arma. Ahí fue cuando, según sus dichos, su escopeta se disparó y las perdigonadas "rebotaron en el piso" para finalmente herir de muerte al muchacho.

Esa versión no tiene un solo punto de coincidencia con la que defienden los familiares del joven. Ellos sostienen que el muchacho estaba orinando detrás del camión, que se entregó con los brazos en alto y resultó fusilado. Murió 24 horas más tarde por las heridas que le provocaron las perdigonadas en los genitales y la ingle. La madre del joven, Nora Ojeda, reclama que se condene a Boja a través de su participación en la agrupación Padres del Dolor, que instaló una carpa contra la impunidad frente a los Tribunales.

Las últimas pericias ordenadas por Barbero buscaron precisar las distancias entre Espinoza y el camionero, las dimensiones de la ventana, la dirección del disparo y si la escopeta, que al parecer llevaba 20 años en desuso, tenía el gatillo "celoso".

La reconstrucción del hecho se hizo en otro horario que aquel en el que ocurrió y contando sólo con la versión del camionero porque, según Barbero, el objetivo era observar distancias y no confrontar versiones. También declararon algunos testigos a favor de la víctima, a tres de los cuales el juez resolvió abrirles causas por falso testimonio. Con Boja libre y un nuevo pronunciamiento a su favor apelado, habrá que esperar el dictamen de la Sala IV de la Cámara Penal para saber cómo se define el controvertido caso.

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Nora Ojeda reclamó frente a Tribunales.

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