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 miércoles, 05 de noviembre de 2003

Editorial
Los efectos de un modelo

Cuando se siguen los rastros de la crisis argentina, suelen evaluarse solamente las consecuencias más directas del estallido de la convertibilidad y el desmoronamiento de un sistema que rigió los destinos del país durante una década. Sin embargo, el modelo implementado a lo largo de los años noventa ha sembrado minas imperceptibles en un territorio crucial: el futuro. No de otra manera debe evaluarse la alarmante información divulgada en la edición de ayer de La Capital acerca del creciente desamparo que padecen numerosos integrantes de la llamada tercera edad en esta provincia.

El dato es preciso y duro: un treinta y tres por ciento de los santafesinos de más de sesenta y cinco años no percibe jubilación ni pensión, y se calcula que en el 2010 ese porcentaje alcanzará a un cuarenta por ciento. Un estudio realizado por una consultora agrega a la contundencia de la información un diagnóstico que devela un drama que ha permanecido oculto por las urgencias que impone la coyuntura. "El problema estratégico principal de la sociedad argentina actual y de cara a su población de mayores de edad en el futuro es el declinante nivel de cobertura de jubilaciones y pensiones", se asegura en el informe. Se trata, por cierto, de un iceberg cuya mayor parte se encuentra todavía por debajo del nivel de las aguas. Pero la bomba no tardará en estallar.

El fenómeno, que se traduce en profundo y virtual desamparo para muchas personas, no se gestó de un día para el otro. En 1991 los guarismos indicaban que un 23,6 por ciento de santafesinos mayores sufría la falta de cobertura. Ese diez por ciento de crecimiento del índice durante los últimos once años refleja el cariz insolidario que teñía a la sociedad nacional. Y si se recuerda que los efectos de las políticas económicas no se vislumbran jamás en un lapso breve, el porvenir promete un nuevo incremento del porcentaje.

En una Nación que vive sumergida en los dilemas que le propone el día a día, y que recién ahora comienza tímidamente a levantar cabeza tras los duros golpes padecidos, el desastre previsional -que ahora comienza a verse- puede llegar a convertirse en una auténtica tragedia colectiva. Urge empezar a pensar soluciones. El marco es propicio, porque la mayoría de los argentinos es consciente de que un cambio de rumbo resulta impostergable.

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