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 miércoles, 20 de agosto de 2003

Editorial
Preocupante desconocimiento

La sociedad argentina sufre de numerosos problemas, gran parte de los cuales tienen que ver con la peligrosa ineficacia o indiferencia de sus dirigentes. Sin embargo, muchos ciudadanos parecen olvidar en el momento de la crítica que dichos dirigentes no surgen de un frasco ni son transportados al país por naves interplanetarias: por el contrario, ellos son hijos y lamentablemente muchas veces cabales representantes, en tanto individuos, del grupo al que pertenecen.

La Capital revelaba en su edición de ayer, en un artículo que se destacó en la tapa, que el sesenta por ciento de los rosarinos desconoce los derechos que los amparan como consumidores. Otro dato alarmante que aportó una encuesta realizada por la Asociación de Consumidores y Usuarios de la Argentina (Adecua) es que la gente tampoco sabe dónde y cómo efectuar los reclamos, y que la sensación que predomina es la de indefensión sumada a un visceral escepticismo: es decir, cree que nadie resolverá sus problemas.

Lo primero que se percibe al tomar nota de tan seria falencia informativa es el pobre papel que desempeña la educación; en síntesis, la ostensible ausencia del Estado en la formación de los consumidores.

Sin embargo, no sólo es necesaria la inclusión del tema en los programas de estudio: también la realización de campañas publicitarias a través de los medios masivos puede contribuir a llenar el actual vacío.

Otro de los elementos que se desprenden de la encuesta y que amerita un análisis es el amplio abanico de excusas que desplegaron los consultados a la hora de justificar su inasistencia a una oficina de defensa al consumidor, a pesar de haber padecido problemas. Desconocimiento, falta de tiempo, falta de movilidad, desconfianza y desaliento figuran entre las razones invocadas, muchas de las cuales revelan un cuestionable nivel de pasividad, lindero con la resignación más absoluta.

Por tal razón se aludía en el comienzo de esta columna a que no todas las responsabilidades se depositan en la parte superior de la pirámide. Cuando las bases se deciden a modificar algo, lo hacen: está vastamente probado. Pero no es desde el escepticismo y la resignación que será posible mejorar a una sociedad que necesita como el agua un cambio.

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