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 miércoles, 13 de agosto de 2003

Editorial
Pequeño, pero importante

Cuando se intenta analizar la realidad, no sólo deben tomarse en cuenta los aspectos cuantitativamente más significativos: a veces mínimas señales alcanzan para radiografiar el estado de una sociedad. En el caso de una ciudad como Rosario, fuertemente afectada por el estallido de la crisis económica, cualquier observador atento podrá descubrir pequeños pero alentadores signos de que un cambio favorable se está produciendo.

Y esta columna se ve en el grato deber de hacer alusión a ellos, tal como días pasados advertía sobre la insólita invasión de roedores que se produjo en una escuela primaria y afirmaba que se trata de una expresión intolerable de un estado de las cosas que necesita desterrarse de modo tan inmediato como definitivo.

La sección La Ciudad de la edición de ayer de este diario se abría con un título que ameritaba desplegar una sonrisa. "La calle San Luis recobra vida tras tener la mitad de sus locales cerrados", decía, y la bajada ampliaba con el dato de que en el sector que va de Corrientes a Dorrego ya se ocupó prácticamente la totalidad de los negocios.

San Luis siempre tuvo, en la geografía urbana de Rosario, un rasgo muy especial y definido. Signada por el intenso tráfico comercial, sobre todo en el rubro textil, el inninterrumpido ir y venir de la gente es la marca que llevaba puesta en el orillo. Esa entrañable característica -parte indudable del folclore local- se había visto tristemente desvirtuada después de los duros golpes que recibió el país y que impactaron de manera tan notoria sobre la vida cotidiana de todos los argentinos.

Y así el bullicio se trocó en insólito silencio y las veredas pobladas de mercadería con los precios exhibidos, acompañados en no pocos casos de tentadores carteles rojos de "oferta", se volvieron melancólicas persianas bajas. ¿Podía ofrecerse imagen más precisa de la recesión imperante? Difícilmente.

Y tampoco puede pensarse en mejor descripción de la positiva modificación a que antes se hacía referencia que la perpectible metamorfosis que se ha registrado en los últimos meses. El panorama actual, si bien dista de presentarse como esplendoroso, permite encarar el futuro con una bienvenida cuota de optimismo. El "efecto campo" -tal como se lo denomina-, la baja del precio de los alquileres y el paulatino regreso de la confianza para instalar nuevos emprendimientos comerciales son los tres factores que se han conjugado para reconstruir la esperanza. Que no es poco.

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