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 miércoles, 13 de agosto de 2003

En medio de las críticas, recuerdan en Rusia la tragedia del submarino Kursk
El hundimiento, que dejó 118 muertos en 2000, provoca aún fuertes denuncias contra la Marina y el gobierno

Rusia recordó ayer la tragedia del submarino nuclear Kursk, el peor accidente de la historia naval rusa de los últimos años, en el que murieron 118 marinos el 12 de agosto de 2000. El Kursk se hundió durante unas maniobras en el mar de Barents y todos los hombres que se encontraban a bordo fallecieron. Uno de los torpedos del buque explotó, destruyó el resto de torpedos y envió el submarino a 110 metros de profundidad.

El accidente suscitó un intenso debate en Rusia. Muchos familiares -a diferencia de la versión oficial- creen que una parte de la tripulación seguía viva dos días después del accidente y que las labores de rescate fueron interrumpidas muy pronto, por lo que la dirigencia de la marina debe ser castigada por omisión de socorro. Además, se acusó al poder y a los militares de reaccionar muy lentamente y se les criticó por sus mentiras "a la soviética" y sus reticencias a aceptar ayuda occidental para salvar a la tripulación.

Tras la tragedia, militares rusos mantuvieron, hasta varios meses después, que el Kursk se había hundido a causa de una colisión con un submarino extranjero.

"No hay que desesperar", son las palabras, que figuraban en una nota que escribió poco antes de morir uno de los oficiales del submarino y hallada después en los restos del Kursk, fueron grabadas en un gran cubo de granito negro, un monumento erigido en el cementerio Serafimovskoye de San Petersburgo, donde fueron enterradas 32 víctimas.

Representantes del poder local y allegados de los marinos muertos asistieron a la inauguración del memorial, tras una ceremonia religiosa en la catedral de San Nicolás, la iglesia de la Marina rusa.

Hubo ceremonias conmemorativas en distintos puntos del país, como en Vidiaevo, base de los marinos del Kursk, en la región de Murmansk, donde se lanzaron flores al mar desde el muelle del que partió el submarino en su último viaje.

Tres años después de la tragedia, algunas familias de víctimas siguen esperando que el caso llegue a los tribunales, mientras la fiscalía militar cerró el caso en julio de 2002 sin señalar responsabilidades y asegurando que no se podría haber salvado a los marinos en ningún caso.

En enero pasado, tras la querella interpuesta por familiares que afirmaban que no se hizo todo lo posible por salvar a la tripulación, la fiscalía se negó a reabrir el caso. El casco del sumergible fue sacado a flote en octubre de 2002, se desmantelaron sus misiles de crucero y fue trasladado al puerto de Roslyakovo, Murmansk, punto de origen del Kursk, donde se iniciaron las investigaciones del accidente.


Investigaciones oficiales
Tras los exámenes se señaló como responsable al combustible de los torpedos que se encontraban a bordo de la nave, por lo que ese tipo de arma fue retirada de los submarinos rusos tras la catástrofe. La comisión investigadora dirigida por el ministro de Ciencias e Industria ruso, Ilia Klebanov, elaboró en enero de 2001 un documento con algunos extractos secretos que recién serán publicados en "20 o 25 años", indicaron entonces los especialistas. Un total de 18 torpedos se encontraban a bordo del Kursk, que registró dos explosiones que provocaron las muertes.

En julio de 2002, el fiscal general de Rusia, Vladimir Ustinov, entregó al presidente ruso, Vladimir Putin, el informe final sobre el hundimiento. En el documento se indicaba que la catástrofe había sido provocada por una explosión cuyo centro fue localizado en un torpedo de pruebas en el cuarto tubo lanzatorpedos. Putin calificó el informe final de "incomparablemente detallado y objetivo". Ustinov había afirmado que: "Hemos hallado la verdad en una investigación sin ejemplo en su campo. (DPA y AFP)

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El submarino terminó a 110 metros de profundidad.

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