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 domingo, 03 de agosto de 2003

Análisis: El gran desfile de la nada

Mauricio Maronna / La Capital

Si la única verdad es la realidad, la grilla de candidatos borra de un plumazo cualquier intento de trazar un paralelismo entre ley de lemas y renovación política.

En Santa Fe, las listas del oficialismo o de la oposición, son como mamushkas: eternas reiteraciones de caras y ropajes. Antes del cierre de nóminas se escribió que la madre de todas las negociaciones se centraba en la consigna "la vida por un cargo". Ahora, con el hecho consumado, el latiguillo merece una corrección: "La vida por otro cargo". Al lector que dude de la veracidad de la afirmación se le recomienda leer con detenimiento la infografía que hoy publica La Capital (ver aparte)

A cualquier sociólogo extranjero que baje a la provincia se le quemarían todos los libros. ¿Cómo explicar el discurso electoral cuando no hay discurso? ¿Cómo hacer radiografías de los diferentes estados de la comunicación política cuando todo se reduce al estilo engrudo?

"Como la pintura de Fernand Léger, las campañas son el gran desfile, ciertamente un espectáculo circense, entendido no como mero entretenimiento y diversión, sino como el espacio donde todos somos espectadores iguales frente al mismo acontecimiento", escribió en 1995 el politólogo Silvio Waisbord.

En agosto de 2003, los electores santafesinos son los mismos espectadores del mismo circo que, además, promociona el desfile de la nada. De semejante lodazal no brotan orquídeas. El microclima se adapta mejor a las campañas sucias, oxidadas y con olor a naftalina.

La ley de lemas podría haber significado un cambio de las cosas si los grandes electores (léase Carlos Reutemann, Hermes Binner, Jorge Obeid, Horacio Usandizaga o Alberto Natale) hubiesen sido imanes a la hora de abrir los partidos y atraer a los ciudadanos deseosos de participar en otra forma de hacer política.

Los nuevos dirigentes jamás podrían nacer del repollo de un sistema electoral puesto a punto para los conocidos de siempre o para quienes, con resto económico suficiente, se lanzan a la caza de cargos.

Cuando hace un par de años cobró fuerza la versión de que la ley de lemas sería derogada, un visionario dirigente peronista reacondicionó la mítica frase del paquidérmico Eduardo Angeloz: "A la hora del armado de las listas, los socialistas, los radicales y los demócratas progresistas se van a bancar todo. ¿Sabe qué feo es quedarse afuera? Afuera llueve. Hace frío...".

La ley de lemas es una frazada que jamás deja a la intemperie a la vieja política.



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