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 domingo, 03 de agosto de 2003

UNION CIVIL GAY EN ARGENTINA
Hacia la armonía sin perjuicio de la orientación sexual
Expertos, activitas y hasta los mismos protagonistas opinan sobre la absorción social de la nueva norma que rige solamente en la ciudad de Buenos Aires

Marta Gordillo

La posibilidad de concretar en la ciudad de Buenos Aires una unión civil que reconozca y dé derechos a las parejas del mismo sexo es hoy un hecho pero no un tema acabado. Cuando el 18 de julio pasado Marcelo Suntheim y César Cigliutti oficializaron su relación sentimental abrieron una puerta hacia la libertad y otra para que continúe la polémica, desde el miércoles reforzada por la fuerte ofensiva del Vaticano contra ese tipo de legislación.

  En efecto, el Vaticano condenó los matrimonios entre personas del mismo sexo como una desviación y una amenaza para la sociedad, en un nuevo intento por frenar la actual ola favorable a la legalización de las parejas homosexuales en América y Europa. La Santa Sede instó a los legisladores católicos a votar contra leyes que reconozcan el matrimonio gay, en un documento especialmente duro aprobado por el Papa Juan Pablo II, lo que causó la ira de activistas de derechos humanos en Europa y en Brasil, donde dirigentes gays instaron a los homosexuales a que abandonen el catolicismo.

  Aunque más allá de las posiciones radicalizadas están los integrantes de sociedades como la argentina que observa con atención los hechos gracias a que, según distintos expertos en el tema, existe “una mente más abierta en la gente, en los legisladores y en los jueces”, lo que creó una base de aceptación social para legitimar estas uniones.

  “Existe un consenso social para el otorgamiento de los derechos civiles a las personas homosexuales”, afirmó el titular de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), César Cigliutti.

  Por su parte, la abogada Graciela Ignacio, investigadora de esta temática y profesora de Derecho y Familia en las universidades de Buenos Aires (UBA) y de la Empresa (Uade) mencionó que en un relevamiento realizado sobre 800 personas, el 60 por ciento estaba de acuerdo con la unión en sí y que su opinión es “que los dejen ser lo que quieren ser”.

  Lo cierto es que el 18 de julio pasado se unió a través del Registro Civil la primera pareja homosexual de Buenos Aires y a la vez de Argentina y Latinoamérica, beneficiada con la sanción de la ley 1004 de Uniones Civiles sancionada por la Legislatura porteña en diciembre de 2002.

  Teniendo en cuenta que la ley de Uniones Civiles abarca tanto a parejas homosexuales como heterosexuales, el director general del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas porteño, Félix Pelliza, explicó que “se prevé una baja de los trámites de convivencia y una suba importante de las nuevas uniones”. Reseñó que “las convivencias ya se hacían sin diferenciación de sexo, desde hace unos dos años, aunque la amplia mayoría de estos trámites es de parejas heterosexuales”.

  La diferencia entre el certificado de convivencia, que también da derechos referidos básicamente a la obra social o la prepaga, y las uniones civiles, “es que la convivencia da oportunidad para tramitar algún derecho particular pero la unión civil es una ley de la ciudad que da derechos igual que a los cónyuges, salvo herencia y adopción”, expresó Pelliza.

  En este contexto, aclaró que se vienen dando unos cinco mil trámites de convivencia y 17 mil casamientos al año en Capital Federal, que no representa la cantidad de parejas que se juntan, por lo que se estima que muchas de esas parejas, homosexuales y heterosexuales, optarán por este nuevo tipo de unión.

  Asimismo, Pelliza remarcó que “lo bueno es que se trata de una ley general que tiene incorporadas a las minorías, y tiene en cuenta que la vida diaria depende de los dos, y esto va a implicar la posibilidad de distintos trámites que va a poder hacer el uniente”.

  Para el director del Registro Civil, esta ley “ayuda a mejorar la relación de convivencia y establece un orden civil un poco más ajustado a la realidad”. Cigliutti coincidió al sostener que ante el hecho de que existan muchas parejas homosexuales conviviendo sin derechos, esta nueva legislación “viene a fortalecer estas uniones”.

  Una consolidación que adquiere connotaciones culturales, psicológicas, sociales y económicas. En este sentido, las implicancias de la ley trascienden los beneficios —de significativa importancia— referidos al ámbito de la salud.
Un antes y un después
En tanto, Flavio Rapisardi, uno de los autores del proyecto de la ley de uniones civiles, destacó la trascendencia de esta normativa al precisar que “se podría decir que hay un antes y un después con la unión civil en la ciudad de Buenos Aires”.

  Rapisardi, miembro del área de Estudios Kueer (término que unifica a gays y lesbianas) de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UBA, agregó que las uniones civiles “también se aprobaron en Río Negro y hay proyectos presentados en Santa Fe, Córdoba y Mendoza”.

  Cigliutti también resaltó el valor de la aprobación de esta ley y puso de relieve que “es la primera legislación de reconocimiento de parejas de mismo sexo en todo América latina”. Así es como Buenos Aires se inscribe dentro de “este movimiento de reconocimiento que se está dando en todo el mundo en la última década”, expresó.

  Un marco en el que “a la vez, se quiso hacer un proyecto posible, y abrir una perspectiva distinta; ahora se presentará un proyecto a nivel nacional”, precisó Cigliutti, tras afirmar que “la línea hacia el futuro es de una apertura cada vez mayor”.

  Un marco también en el que, como afirmó la abogada Ignacio, “hay mucha gente del mismo sexo que se une de manera permanente. Existe. O lo negamos y cerramos los ojos o lo miramos y tratamos de solucionar el problema. Y porque existen; entonces respetémoslos”.

  Al referirse al origen de esta legislación, que se inscribe dentro de un cambio cultural más amplio que la ley en sí misma, evaluó que “el reclamo de una ley así surge siempre como movimiento que pide el reconocimiento de derechos patrimoniales”. Relató que en el caso de homosexuales “ya había fallos con relación a algunos derechos“.

  En este logro, las organizaciones de homosexuales se adjudican un papel importante ya que vienen reclamando por sus derechos, en forma constante y expansiva, y expresando los intereses de todo este sector de la población, que según estimaciones generales, abarca a un 10 por ciento de los habitantes.


Hombres y mujeres
  “Para nosotros nuestro amor es nuestra familia y queremos compartir eso, nuestro amor y nuestra familia, con todo el mundo, y que nadie tenga que esconderse”, proclamó días atrás desde Estados Unidos la cantante Celeste Carballo al hacer referencia a su orientación homosexual, y poco antes de actuar en la San Francisco Pride, la fiesta musical más trascendente del movimiento gay mundial.

  “Yo dije basta hace 14 años, cuando dejé de esconder mis preferencias sexuales y decidí compartir mi amor con el resto del mundo; por eso me encanta la idea del festival de este año, que es darle una esperanza a la gente que tiene miedo de mostrar su amor y compartirlo”, destacó Carballo.

  La cantante marcó la misma significación que adquiere la ley de uniones civiles: poder legitimar una unión negada, poder existir como uno es. “No pedimos nada que no nos corresponda: que se respeten nuestros derechos. Tengo el mismo derecho ante la ley que el resto”, expresó María Laura Olivier, integrante de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).

  En este sentido, mencionó un montón de situaciones en las que la barrera del prejuicio y de la discriminación cierran todas las puertas. “Ir a hacer un trámite por tu pareja y que te digan que no podés porque no tenés ningún parentesco con esa persona, por ejemplo; por eso, lo importante acá es reconocer la existencia de una familia. Es la persona que yo elegí para compartir mi vida. ¿Por qué lo voy a ocultar? ¿Por qué no la puedo inscribir en mi obra social?”, se preguntó.

  Olivier destacó que “en lo general hay una apertura, pero en lo particular todavía falta mucho. Hay muchas personas para las que, por su trabajo, por el trabajo de su pareja, porque tienen hijos, visibilizarse como lesbianas puede significar un juicio por la tenencia, y tener que transitar ese juicio es durísimo”.


Una discriminación diluida
  “La ley va a ayudar a que haya menos discriminación”, abundó Cigluitti, sobre la vigencia de la nueva ley de Uniones Civiles. Por su parte, la psicoanalista Cielo Rolfo, de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo, del Colegio de Psicoanalistas y de la Sociedad Psicoanalítica del Sur, coincidió al sostener que “el hecho de que haya una ley que legitime estos vínculos va a actuar en parte para disminuir la sensación de discriminación”.

  A su turno, Rapisardi, uno de los autores del proyecto, expresó que el debate sobre esta ley “fue una gran ruptura cultural“, algo que se notó más que nada en los discursos temerosos de los sectores más conservadores, porque ahí se veía el real miedo y el real potencial de esta ley”.

  “Quizá en términos de conquista de derechos es limitado -añadió-, porque es sólo en la ciudad de Buenos Aires, pero es más amplio de lo que se piensa a primera vista; abarca el tema de salud y derechos sociales. Una cuestión de debate era si esto incluía los derechos emanados de todos las leyes de la ciudad, y fue lo que logramos después de largas discusiones”.

  En tanto, Rolfo estimó que “siempre se da un fenómeno en la sociedad y en la cultura, y es que ciertos hechos se van concretando en la realidad, y la legitimación o la jurisprudencia viene después; históricamente se da este movimiento”.

  La experta se refirió a que “las uniones de todo tipo en los hechos ya se vienen dando desde hace mucho” tiempo, pero “lo que caracteriza a la nueva modernidad o posmodernidad, es el fenómeno de la diversidad, de que las nuevas sexualidades afloran de una manera más abierta, si bien todavía existen prejuicios y discriminaciones”.


Miedo y desinformación
  En este sentido, dijo que “para mucha gente una cosa es que se dé y quede en esos individuos y otra cosa es que la sociedad los legitime. La cuestión está ahí; por eso el resto de la sociedad tiene que hacer un recorrido para terminar de aceptar esta diferencia y terminar con el rechazo”.

  Este rechazo, palpable aún en la sociedad, está vinculado a una discriminación que tiene “dos variables“, afirmó el psicólogo Jorge Raíces Montero, director del área de salud de la CHA. “Una es la discriminación como una declaración de autoacusación en el otro; la persona que discrimina habla de sí misma, de un dolor propio, de las dificultades que tiene. Y la otra es considerar a la discriminación, desde la antropología, como producto del miedo y la desinformación. Entonces parecería ser que con todo lo que pasó en los últimos tiempos, la gente tiene más información o menos miedo. En ambos casos es un signo de salud”.

  Aunque ese rechazo se va acotando, existe y así lo expuso claramente la Comisión Arquidiocesana de la Mujer cuando dijo, al expresar su disconformidad con esta ley, que “vulnera el derecho natural desde su base pues tiende a la destrucción de la persona, de la familia y en definitiva de la sociedad y, en consecuencia, tergiversa el orden natural”. Ante esta postura, los expertos afirmaron que “lo natural en el hombre es la cultura“. Otras oposiciones hablan de que la ley otorga “indebidos” beneficios a las parejas homosexuales y que es notoriamente inconstitucional”.

  Lejos de este pensamiento, Raíces Montero afirmó que “la ley de uniones civiles marca una ruptura, porque algo se está resolviendo”. Lo que viene a cambiar esta legislación es la mirada: “Es el reconocimiento de que existe la unión de dos personas del mismo sexo y no cuestionarlo“, destacó Rolfo, tras referirse a los beneficios que tienen todos individuos. “La sociedad le tiene que dar lugar de pertenencia; ese es el beneficio que tiene un individuo por pertenecer a una sociedad y una cultura, pero la sociedad le exige a cambio que sostenga los ideales y los valores y los modelos de funcionamiento de esta sociedad”, explicó.

  En este contexto, si con la unión civil, la sociedad le da un lugar a estas parejas, ellas “le devuelven como modelo el hecho de que inevitablemente una sociedad tiene que estar abierta al cambio. Le devuelven la confirmación de que los tiempos van cambiando, que en los procesos históricos se van produciendo cambios porque las generaciones van cambiando”, refirió.

  A tal punto que La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) anunció el jueves que en los próximos meses presentará un proyecto de ley de unión civil a nivel nacional, que incluirá el reconocimiento de todos los derechos para las parejas homosexuales, que incluyen herencia, pensión por fallecimiento y adopción.

  Un comunicado de la CHA señala que “las familias de personas Gays, Lesbianas, Travestis, Transexuales y Bisexuales (GTTB) tienen un profundo valor social”, y reseñó que en Argentina y muchos países de occidente este sector adopta niños con sus parejas.

  “Es un deber de estos estados garantizar la continuidad de la protección del menor, reconociendo a nuestras parejas el derecho a la patria potestad compartida, para que, en caso de fallecimiento de unos de los integrantes, el menor no quede desprotegido”, añadió. El anuncio está contenido en un comunicado de respuesta al documento del Vaticano en el que condena a la unión conyugal entre homosexuales.

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