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 miércoles, 30 de julio de 2003

Jornada de luto en Santa Fe
Los inundados recordaron a sus muertos a tres meses de la tragedia y reclamaron más ayuda del gobierno

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Santa Fe.- Un par de zapatillas cuelga de la valla frente a la Casa de Gobierno y el sol resalta la suciedad que las cubre, pero que no espanta a una mujer que las toca y gime: "Pobrecito, era un buen hombre". El cuadro adquiere más dramatismo y se extiende a las fotos de los muertos, a las miles de imágenes de la tragedia a tres meses de que el río Salado se convirtiera en una pesadilla, inundando 28 mil viviendas, robando historias y dejando deudos en al menos 23 familias. Por todo eso Santa Fe está de luto.

Más de quinientas personas se concentraron ayer en la Plaza de Mayo convocados por la Coordinadora de Barrios Inundados y la Comisión de Docentes Damnificados. El público se fue renovando a lo largo del día con vecinos conmovidos por la crudeza del improvisado museo de memoria que levantaron frente a la sede gubernamental y que se proponen llevar a otras ciudades.

"Estamos seguros que quienes se conmovieron a la distancia con esto comprenderán mejor lo que nos pasó. Lástima que el gobernador se niegue a hacerlo", dijo uno de los organizadores en una clara alusión al viaje del mandatario a Rosario antes de la concentración. Los manifestantes se declararon convencidos de que la agenda del Lole buscó evitarle los reproches y el reclamo de una ley de reparación integral para todos los damnificados. La jornada de luto no tuvo banderas partidarias pero sí argentinas y santafesinas con una franja negra.

Hubo carteles que expresaban la bronca popular. "El Salado nos invadió. Reutemann nos abandonó"; "Reutemann lo sabía, su silencio mató gente"; y "El agua vino y nos dejó dolor, sufrimiento y destrucción. Se podía haber evitado", rezaban los más duros.

"Reclamamos una urgente reparación, acorde a las pérdidas, ajustada a derecho. Queremos una urgente distribución de todas las donaciones. Exigimos justicia", fue la síntesis propalada.

"No se imagina cuánto esperé para tener un lavarropas. ¿Sabe cuándo me lo trajeron? El 28 de abril. Al día siguiente quedó bajo dos metros de agua, embalado como estaba y sin que comenzara a pagarlo", se lamenta una mujer del barrio Chalet que ahora no tiene casa donde instalar un lavarropas ni ropa para lavar.

No es ya el recuerdo, ahora es el presente el que el que quiebra a la mujer. A pocos metros, una joven mira una foto colgada de la valla que los separa de la Casa de Gobierno mientras llora en silencio.

La jornada fue desgarradora, aún en su expresión más organizada que puso sobre los canteros los restos de la vida cotidiana que dejó el río. Miles de fotos arruinadas, ropas, utensilios, electrodomésticos, muebles, elementos de trabajo, adornos y libros fueron mudos testimonios de la tragedia. Algunos con arrolladora elocuencia como una oxidada vieja máquina de coser a la cual su dueña puso un cartel que decía: "Durante 40 años fuiste testigo de mis alegrías y pesares, de cómo llevé adelante mi hogar. Hoy el río desarticuló tus partes y con ella parte de mi vida".

La puerta de un mueble de madera exhibe el esplendor perdido y la rabia de su dueño: "Recuerdo modular, estilo Marcelo Alvarez (en alusión al intendente) Barrio San Lorenzo". Más allá una letra infantil muestra "mis juguetes" o lo que de ellos queda. Un televisor desvencijado y un sillón destartalado, más acá. Una Biblia apelmazada, una guitarra eléctrica destruida y una máquina de escribir inservible completan el cuadro. En cada uno de los muchos objetos se adivina una historia, todas atravesadas por el mismo y compresible dolor.

La mujer que acarició las zapatillas se aleja de este cronista, pero Miguel Arzaduno se acerca a La Capital para explicar la escena. "Eran de Roque Zanutich. Un excelente hombre que vivía al lado de mi casa en el barrio Centenario. Tenía 70 años y por un problema en la rodilla no alcanzó a salir a tiempo y murió ahogado. Yo las traje para rendirle un homenaje".

Sobre la misma valla otro damnificado colgó la tapa de este diario del 29 de abril pasado. "Catástrofe" dice en letras grandes sobre una imagen a toda página. Hoy parece más actual que entonces.

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Los damnificados lloraron a sus seres queridos.

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