La cámara de televisión no le dejaba a Carlos Bianchi ver la totalidad del campo de juego y esto alteró el clima en el banco de suplentes de Boca, en el que se comenzaron a vivir momentos de gran tensión, que tuvieron como punto culminante la detención del masajista xeneize Carlos Capella, quien cuando promediaba el segundo tiempo debió abandonar el estadio acompañado por policías y ser procesado. A los pocos minutos de haber comenzado el encuentro, insólitamente un asistente de Bianchi se paró delante de la cámara exigiendo que la misma fuera colocada más atrás, tarea harto difícil para el camarógrafo ya que de haber cedido hubiera terminado en el foso. La imposibilidad de conceder el pedido de Bianchi y sus muchachos, pocos gentiles por cierto más allá del derecho reclamado, originó la furia del ayudante de campo Carlos Ischia y del preparador físico Julio Santella, quien mientras discutía con el cuarto árbitro recibió en su rostro el impacto de una botella plástica. Ante esto, Ischia inició un debate público con los plateístas canallas, que casi termina en un gran escándalo. Después, en el complemento, cuando el masajista Capella se retiraba de la cancha luego de asistir a Matellán (tras el golpe que le aplicó Pizzi), frente a la hostilidad de los plateístas no tuvo mejor idea que arrojarle a la gente una botella plástica con agua mineral. Luego de algunos cabildeos, la policía intervino y retiró al auxiliar del banco de Boca y lo retuvo en los vestuarios. Posteriormente tomó intervención la jueza de Faltas de turno, Liliana Puccio, que luego de verificar que Capella no tiene antecedentes policiales y de que fijara domicilio, le permitió retirarse, sin perjuicio de la prosecución de la causa.
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