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sábado,
01 de
diciembre de
2007 |
Diseño para disfrutar
Con el objeto de estimular
la incorporación del diseño
industrial al entramado
productivo local y regional, el Foro Prodyseño organizó un concurso de sillas gastronómicas
Paulina Schmidt
La silla es uno de los objetos más representativos a la hora de determinar la evolución del diseño a través del tiempo. Convocar a un concurso donde estudiantes y diseñadores de la ciudad expresen su creatividad resultó una experiencia interesante y posibilitó que diferentes áreas del sector público combinaran esfuerzos con empresas privadas y organismos de formación para promover la diversificación y la productividad a través del diseño industrial.
La propuesta de diseñar una “silla gastronómica” fue impulsada por el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) y el Foro Prodyseño, el programa de la Secretaría de Producción Municipal orientado a estimular la incorporación del diseño industrial al entramado productivo local y regional, que no es otra que vincular la esfera del diseño y la formación profesional con las necesidades concretas de las empresas.
La participación de Prodyseño en la reciente muestra “Identidad en Asiento”, organizada por el CEC con el apoyo de la Unesco, permitió acercar empresas productoras al mundo del diseño, en este caso de muebles y sillas. “A partir de esa experiencia y de la vinculación que el foro mantiene con las empresas y diseñadores, surgió la idea de convocar a un concurso de diseño de sillas gastronómicas, con el respaldo de FG Sillas, fabricante de asientos comerciales para bares y restaurantes”, detalló a Estilo el licenciado Marcelo Martinetti, miembro del Foro Prodyseño.
La convocatoria estuvo dirigida a estudiantes de las carreras de diseño, arquitectura y afines. De los treinta y ocho proyectos participantes de la exposición final, resultaron un ganador y dos menciones especiales.
Los diseñadores podían elegir el material que más se adecuara a su proyecto, tales como caño, metal, acrílico, cuero y melamina, en la medida que los puntos de apoyo estuvieran firmes para soportar el peso y la estética no prescindiera de la comodidad.
El jurado estuvo conformado por el arquitecto Julio Alvarez y la diseñadora industrial Raquel Ariza, especialistas del INTI; el licenciado Héctor de Benedictus representando al CEC y Martinetti, desde el Foro. La selección priorizó la innovación en el diseño y la factibilidad productiva e industrial del objeto. Entre los requisitos que los concursantes tuvieron en cuenta para diseñar la silla estaban que debía ser apta para bares y restaurantes, liviana, cómoda y apilable (a elección).
“El sector gastronómico es muy competitivo en los rubros de decoración, infraestructura y equipamiento. En Rosario no existen muchas empresas especializadas en la fabricación de sillas, incluso la oferta de los diseñadores no siempre llega hasta las empresas. Este concurso es la primera experiencia que el foro lleva adelante en pos de articular empresa con diseñador”, destacó.
Desde el programa el objetivo es difundir que existen empresas que requieren de diseñadores industriales para consolidar su marca y posicionarse competitivamente en el mercado. “A partir de este concurso buscamos abordar otros sectores con perfil industrial, no sólo en el rubro de la decoración y el mobiliario. Si bien es sabido que en la ciudad existe mayor diseño artístico que industrial también reconocemos que la gestión del diseño industrial es mucho más compleja de adaptar e incorporar en fábricas de balanzas, heladeras o maquinarias alimenticias, por ejemplo”.
Martinetti explicó además que en el caso de organizar una convocatoria o concurso en algunos de estos sectores el diseño constaría de la adaptación o fabricación de piezas para las maquinarias, inspirados quizás en la posibilidad de reemplazar algún material importado por otro de producción nacional.
El proyecto ganador fue la silla gastronómica Ixis, confeccionada en madera multilaminada y caño curvado. El diseño corresponde al diseñador industrial Luciano Sánchez que se basó en un estilo estético denominado “Hi-Tech” (alta tecnología), que muestra la tecnología empleada para su fabricación, reflejada en el producto final.
“Existen en la ciudad muchos bares y restaurantes con diseños modernos pero que no concuerdan con el equipamiento interior. Es importante resaltar que no siempre se requiere de grandes máquinas para fabricar un modelo estético y de vanguardia”, destacó el diseñador.
Del concepto y los recursos empleados resultó una silla de madera multilaminada y caño curvado, funcional, ergonómica y con fuerte sentido de la estética, apta para un entorno moderno o contemporáneo. La silla parte de una estructura de caños de acero. El asiento está curvado en sus extremos frontal y trasero, mientras que el respaldo es una pieza curva para lograr un mejor apoyo. Una almohadilla de goma espuma moldeada de alta densidad brinda un contacto más blando y cómodo que luego forrada en cuero sintético o cuerina se pega sobre el asiento y respaldar.
La primera mención fue para Juan Moziman, quien diseñó la silla “Pennychair”. Su propuesta fue generar un objeto con elementos laminares y lograr continuidad entre las partes, combinando las patas delanteras con el asiento y el respaldo con las patas traseras. La textura del tapizado en cuero ecológico y color blanco generan sensación de pureza y elegancia, mientras que la madera y su terminación superficial ofrecen brillo y calidez.
Los participantes Loughlin -Travesaro obtuvieron la segunda mención con el proyecto de “Silla Boomerang”. Desde el ámbito de la arquitectura los diseñadores se propusieron crear un asiento con forma ergonómica, armonía estética y apilable.
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