|
sábado,
01 de
diciembre de
2007 |
Relatos de dolor y mucho optimismo
Las historias de los compañeros de clase de María Santa Cruz apoyan la idea de que es todo un esfuerzo retomar los estudios de adultos. También que es posible hacerlo. En los relatos se mezclan ausencias y el dolor pero también un permanente optimismo.
Sólo al final Isabel Bogado se anima a contar que llegó a Villa Gobernador Gálvez del Chaco con 31 años y cuatro hijos “Recién había enviudado, no tenía familia ni un trabajo estable. Pero siempre quise terminar mi escuela. Recién pude hacerlo cuando conseguí un trabajo estable”.
Rubén Barbi es ex alumno de esta Eempa, ahora es el actual secretario. Raúl Alegre (32) sintió que contar con su título era indispensable para conseguir un empleo y Laura Noguera (28) para darse una oportunidad en un momento crítico de su vida personal.
Para Nélida García de 37 años, el paso por las aulas no fue nada sencillo, en especial cuando nació su bebé. Walter Lencina (32) empezó por primera vez a cursar la Eempa en 1996, dejó varias veces hasta que logró “tomar el ritmo” y terminar este año.
Rosa Bravo tiene 48 años, después de 20 se animó a terminar la escuela que había dejado inconclusa. Tamara Espinoza (27) quiere seguir estudiando, es así que ya se inscribió para cursar la tecnicatura en alimentación. Esa es la misma meta de María Sánchez (42) que considera que “aprender es sinónimo de futuro” por eso empezará ciencia política el año próximo.
Mónica Alfonso (31) es la abanderada del curs.Sólo habla para recordar la emoción que se siente llevar la bandera.
Lucía Salinas, la directora de la Eempa, dice que a estas historias de vida de sus alumnos, a veces muy difíciles de sobrellevar, la escuela decidió acompañarlas con un lema: “Una puerta abierta a la esperanza”.
enviar nota por e-mail
|
|
|