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 miércoles, 28 de noviembre de 2007  
Catorce años por el crimen de un chico en un boliche
Pacha Coronel fue condenado por ejecutar a Fernando Cena en una disco de Rosario Norte

María Laura Cicerchia / La Capital

No hubo diálogo, ni discusión, ni pelea. Ningún intercambio precedió el certero disparo que hirió de muerte a Fernando Cena en un boliche de Pichincha en febrero de 2006. Dos hombres se acercaron a la pista donde el joven bailaba con un grupo de amigos y uno de ellos lo señaló: ¿Este fue?. El otro sacó un arma y sin pronunciar palabra lo ejecutó allí mismo, a corta distancia, de un tiro a la frente.

El atacante se escurrió con naturalidad por la puerta de la disco La Zona. Después, los amigos de Fernando lo reconocieron en un álbum policial. Y luego lo señalaron sin vacilar en una rueda judicial. Era Daniel Pacha Coronel, un hombre ligado a la barra brava de Central que ahora fue condenado a 14 años de cárcel por el crimen.

El juez Julio García lo encontró culpable de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y de la portación ilegal de ese revólver. Y como tenía antecedentes lo declaró reincidente. Esto significa que si el fallo queda firme no podrá gozar de ciertos beneficios penitenciarios, como la salida anticipada de prisión.

Para el juez hubo sólidas pruebas que apuntaron a Coronel como el autor del crimen de Fernando Cena. Los testimonios de los amigos del chico que presenciaron el asesinato fueron esenciales para aclarar el caso.

García fue crítico con los responsables del boliche: el agresor pudo entrar armado pese a la requisa exhaustiva con detector de metales a la eran sometidos los clientes (ver aparte). Durante la investigación, además, todo hizo presumir que el acusado estaba ligado a los empleados de seguridad del local.

Bajo las luces.
La noche del 12 de febrero de 2006 tocaban “Charly y los auténticos” en el boliche que funcionó en Aristóbulo del Valle 2755, frente a la estación Rosario Norte, entre Güemes y Ovidio Lagos. Hasta allí había ido a bailar Fernando con un grupo de amigos.

Fernando tenía 20 años, le decían Petato y era hincha de Newell’s. Vivía con su madre y su padrastro en una casa de Refinería donde cuidaba a sus hermanitos de 6, 10 y 12 años mientras su mamá trabajaba como enfermera. Trabajaba colocando cielorrasos de yeso con su padre, quien desde entonces acudió casi a diario a Tribunales para conocer el avance de la causa penal.

Aquella madrugada, cerca de las 4, el grupo de amigos estaba en la pista cuando un par de desconocidos comenzó a abrirse paso entre la gente. Cuando estuvieron cerca de ellos, el más alto y más joven de los dos señaló a Fernando. El hombre más bajo que lo acompañaba sacó un revólver de su ropa y sin pronunciar palabra baleó a Fernando en la frente.

La música seguía sonando cuando dentro de La Zona sobrevino el descontrol. La gente se desbandó, los amigos de Fernando llamaban una ambulancia y el chico agonizaba debajo de la esfera de espejos mientras los patovicas se atrincheraban en la puerta sin dejar salir a nadie. Los atacantes se esfumaron. A Fernando lo trasladaron al Heca, donde murió días después con el cerebro destrozado.

Reconocido.
Uno de los catorce testigos del ataque aportó un dato que condujo a la detención de Coronel: “A esos dos los tengo vistos de la cancha de Rosario Central, de la hinchada de la popular alta. En dos oportunidades viajé con el más petiso para ver a Central de visitante. Sabe andar con el Pillín o el Paco Mono, que son de la barra brava. Sería de la banda de zona sur. Los patovicas se hicieron los boludos y dejaron que se fueran”, declaró.

Otro contó que la persona que disparó se manejaba como si fuera del boliche y que los había dejado entrar por cuatro pesos sin que los patovicas se opusieran.

Un amigo de Fernando reveló que antes del crimen, a las 2.30, estaba tomando una cerveza cuando vio que el agresor sacó un arma tipo revólver calibre 22, la golpeó sobre la barra y volvió a guardarla en la cintura, sin que los empleados reaccionaran.

El acusado fue señalado en un álbum policial y lo apresaron dos días después en una casa de Pascual Rosas y Montevideo. Lo procesaron por un homicidio alevoso, pero la Cámara Penal atenuó la imputación.

El segundo de la fila.
“Fue el número dos, sin dudas. Lo vi primero cuando sacó el revólver y lo puso en la barra. Fue el que le pegó el tiro al pibe a treinta centímetros”, dijo luego uno de los tres testigos que señalaron al Pacha con contundencia en una rueda judicial.

Los motivos del crimen nunca se aclararon. Allegados al chico aseguraron que el matador “lo confundió con otra persona”. Otros dijeron que el Pacha lo atacó porque el joven supuestamente le había tocado la cola a su novia. También se indicó que Fernando habría tenido una relación con una ex pareja de Coronel mientras éste estuvo detenido. Nada de eso pudo precisarse. “Cualquiera haya sido el móvil, es claro que el hecho se consuma a través de un ataque sorpresivo a una víctima desarmada en indefensa”, observó el juez.

Ante esa incógnita , los familiares del chico dijeron en una marcha que la única opción era conocer de boca del acusado la razón del ataque. No fue posible: Coronel siempre se abstuvo de declarar sobre el caso por el que ahora cumple condena.
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Fernando Cena fue asesinado de un tiro a quemarropa dentro del boliche La Zona, de Pichincha, en febrero de 2006. Tenía 20 años.

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Reproche del juez al personal de la disco



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