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sábado,
10 de
noviembre de
2007 |
Yo creo: “Fontanarrosa y un legado que no tiene fin”
Orlando Verna / La Capital
En “Princesas”, una cruel película del español Fernando León de Aranoa, Caye le dice a su amiga Zulema que la única forma de trascender es que otro se acuerde de uno. Y esa es la verdadera razón de la existencia, hacer cosas no para satisfacer la histeria del mercado sino para satisfacer los mejores ideales de la vida. Quizás por eso Roberto Fontanarrosa sigue presente entre nosotros, una siempre divertida compañía que burló a la muerte y augura nuevos encuentros. El martes un colmado Patio Cívico del Monumento a la Bandera, en su mayoría de jóvenes, fue el escenario elegido para el estreno de “Martín Fierro”, un filme con dibujos del Negro sobre el gaucho más famoso. Pero la magia que une a Fontanarrosa con el cine no terminará allí. Si bien habrá que esperar un año, los fieles ya preparan sus carretillas para la carcajada. Es que para fin de 2008 se espera la llegada a las salas cinematográficas de “Boogie, el aceitoso”, una producción de Indiecito Studios, los mismos que le dieron chapa de galán de cine a Isidoro Cañones. Según su productor general, Hugo Eduardo Lauría, el proyecto está en etapa de story board (los diseños que preceden a la confección del filme), luego de culminar exitosamente las negociaciones con la familia del Negro por los derechos intelectuales y de exhibición. Mientras tanto, los dibujantes están enfrascados en una capacitación con expertos canadienses para utilizar tecnología de punta para la nueva cinta. El argumento, por su parte, ya conoció los primeros trazos al estilo de “Isidoro”, es decir, un mix de relatos ya publicados en las historietas con un hilo conductor actualizado. Las expectativas de dichos estudios para con “Boogie” son enormes y esperan, claro, un éxito comercial. Para los otros, nosotros, significará un nuevo encuentro con el genio del Negro. Ese prometido a través de su trabajo. Porque para que los otros se acuerden de uno, habrá que dejar un legado, por más pequeño que sea. Y sólo el tiempo tendrá la última palabra.
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