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 sábado, 20 de octubre de 2007  
candi
Charlas en el Café del Bajo
—No siempre, pero a veces por la falta de información o de adecuada y correcta información que padece el ciudadano argentino, se producen evaluaciones incorrectas sobre situaciones que acaban perjudicando a la comunidad. Entonces se da el caso, por ejemplo, que se puede persuadir a la población de que dos dígitos, como 15, son en realidad un dígito de 7; que una imagen mediocre es algo brillante; que el pollo cuesta 10 en lugar de 20 y que quien no ha sido no más que un funcionario o magistrado, a veces con errores (¿por qué no iba a tenerlos siendo un ser humano?) aparezca siendo un paladín de la justicia o de la política único y asombroso.

   —Bue...

   —Y todas estas circunstancias generan situaciones que, se acaba de decir, al final las padece la propia sociedad, el propio ciudadano, porque son deformaciones de un sistema que debe basarse en que cada pieza política sea lo que deba ser o que no sea nada.

   —Lo decía San Martín.

   —Cuando agentes extraños a una estructura de poder tienen ingerencia en otro poder del Estado, ejercen influencia y adoptan decisiones directa o indirectamente, no se puede esperar más que problemas. Y es más, no sólo se suscitan estos problemas cuando las decisiones de estos agentes extraños son incorrectas, sino incluso cuando son apropiadas. En Argentina abundan ejemplos.

   —¿Por qué aun siendo adecuadas?

   —Porque seguramente tales decisiones habrán de menoscabar la autoridad de quienes tienen a su cargo, en el poder “invadido”, la adopción del decisorio y a partir de allí ya nada funcionará bien.

   —Coincido plenamente.

   —Ahora, y para terminar con un comentario serio respecto de algo que comenzamos ayer de manera irónica, diré que las expresiones del echado jefe de Policía de la provincia de Santa Fe fueron desafortunadas en lo político. No considero la certeza o no de sus dichos, sino el cómo, a quién y cuándo las pronunció. Pero con el respeto que me merece el gobernador de la provincia, ingeniero Jorge Obeid, a quien sigo reivindicando por las obras que realizó a lo largo de su gestión, creo que en materia de política policial se equivocó. Las palabras de Leegstra no son sino el efecto de una causa desafortunada. Y añado: estoy convencido de que el ex jefe de Policía, a quien no conozco, con quien jamás crucé una palabra, sabía muy bien a lo que se exponía y, sin embargo, lo mismo siguió adelante. Y en ese contexto debo decir que si bien políticamente sus palabras en lo político fueron desafortunadas, humanamente demostró que tiene lo que debe tener un jefe de una fuerza de seguridad. Un jefe que acaso observó que la fuerza que dirige sufrió una influencia extraña al poder natural y no pudo tolerarlo. El inminente cambio de gobierno impedirá algo grave: que la policía santafesina se paralice a raíz de este asunto. Y quien conoce de aspectos policiales sabe muy bien que implica la “parálisis policial” por culpa de acciones políticas inadecuadas.

Candi II

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