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 miércoles, 17 de octubre de 2007  
“El delito proviene de la exclusión y eso no se aborda con la policía”
Daniel Cuenca, futuro ministro de Seguridad, apunta a políticas sociales contra la criminalidad

Hernán Lascano / La Capital

Términos como delincuencia, abusos, violencia o asesinos proliferan al hablar de la criminalidad. Menos se mencionan otros que marcan a las personas que colman el sistema penal santafesino: desocupación, desigualdad, pauperización, analfabetismo. Daniel Cuenca, futuro ministro de Seguridad de Hermes Binner, sabe que su futuro dependerá de brindar respuesta coyuntural hacia el delito. Pero está convencido de que la sociedad, no ya su gestión, tiene poco futuro si no ataca el lecho embrionario de la inseguridad: la falta de porvenir de muchos santafesinos que viven en la marginalidad y privados de ciudadanía.

Por eso para este abogado rosarino de 53 años las respuestas profundas no son simples ni a corto plazo: vienen de una intervención que no se agota en su órbita. “Una política de seguridad eficaz debe conectar a varios ministerios. La situación de los chicos abandonados, por ejemplo, no es campo del Ministerio de Seguridad. Para evitar que este chico dé el mal paso tienen que ayudar áreas como Salud, Promoción Comunitaria, las vecinales, el municipio. El delito en gran medida tiene que ver con la exclusión. Y eso no se aborda con la policía”

Cuenca, que aún no dio nombres de colaboradores ni de jefes policiales, comandará una fuerza provincial de 16 mil hombres. Postula que la policía tiene que recibir entrenamiento para dar protección en situaciones violencias. “Pero para brindar seguridad también deberé embromar a otros ministros”.

—¿Cómo evalúa a la policía que recibe?

—Encuentro a una policía y a un Servicio Penitenciario abandonados, que necesitan una mayor jerarquización, especialización y operatividad. Veo a estas fuerzas en un marco de desorden y de cierto abandono material. Vamos a intentar mejorar a la institución para que funcione bien. Relevar a los policías de sus funciones penitenciarias. Y de otras cosas que los marginan. No puede ser que se compren su uniforme de trabajo o balas. Quiero tener un policía que camine por la calle con una camisa en verano y no con un uniforme de fajina. ¡No estamos en guerra! Al que quiera trabajar de buen policía vamos a apuntalarlo. El que no se tendrá que ir. En 2008 tenemos que abrir las comisarías a la gente.

—¿Qué significa eso?

—Significa que si yo sé que cerca de mi casa hay desórdenes, personas que delinquen, aguantaderos, tengo que tener canales para comunicarlos. Tendremos programas de acción ciudadana con reuniones períodicas, con un cronograma de trabajo, con autoridades definidas por los mismos vecinos que se reunirán con las autoridades de seguridad y el comisario de la zona. El buen policía se beneficiará al obtener información de primera mano. Y a veces la solución no será de su esfera. Porque tener chicos que inhalan pegamento en el barrio no es un problema policial.

—Esa comunicación que buscan no se logra sin control civil. El vecino no siempre confía en el comisario que tiene cerca.

—Asi es. Pero nuestra idea es rescatar al policía que quiere trabajar. Los vecinos que ven trabajar bien a sus policías lo dicen y los que no también. Con esa información trabajaremos.

—¿Qué dimensión le da al delito en Santa Fe?

—El delito tiene una forma en las ciudades y otra en el ámbito rural. Una situación particular es la ciudad de Santa Fe. Una marginalidad puntual crea allí reglas propias que, entiendo, se combina con una falta de prevención policial que se ha alejado de la solución de los problemas. Si en un contexto así empiezan las disputas sin freno todo termina en la justicia por mano propia. Algo que debemos impedir con políticas concretas apenas asumamos. Apostamos a un trabajo conjunto de la vecinal, del comisario de la zona y de nosotros en la supervisión. Esperamos tener la oportunidad de trabajar apuntando a tener un mejor futuro.

—Entre el amplio arco sobre el uso de la fuerza policial tenemos discursos legalistas hasta el célebre “hay que meter bala a los delincuentes” de Ruckauf. ¿Dónde se ubica usted?

—Cualquiera que me conozca sabe que estoy muy lejos de Ruckauf o de Blumberg. Cuando hay que tomar resoluciones firmes las tomo: no soy partidario de dejar al policía en situación de indefensión. Pero el mecanismo de seguridad de represión es la última ratio. Y dejaremos claro eso. El límite es la ley. No es la idea de este gobierno que su policía entre a tiros. Mi idea además es reflotar el mecanismo de policía judicial: una policía especializada, científica y profesional para las investigaciones. Que evite las cosas raras.

—¿Cómo será su política penitenciaria? ¿Juzga positivos los cambios dados luego de la masacre en Coronda?

—Intento privilegiar lo positivo. La política de diálogo en las cárceles fue un acierto de Fernando Rosúa en el Servicio Penitenciario. Y tal vez lo consulte sobre cómo continuar. El diálogo evita violencia hacia el interno y puede brindar solución a problemas comunes en la prisión. Con el debido respeto de roles: así como hay diálogo los presos no pueden dominar las prisiones como en Brasil. Además trabajaremos con el Patronato de Liberados para procurar ayuda al que egresa, lo que significa prevención. Y promover el sistema de industria penitenciaria para el trabajo interno de los presos.

—¿Y en el caso de los chicos en conflicto con la ley?

—Mi futura área recibe al menor cuando ya está penalizado. Yo debo mantener un equilibrio: por un lado dar respuesta legal y civilizada al padre que perdió un hijo a manos de menor. Pero además garantizar para estos chicos lugares adecuados con planes adecuados. El desafío mayor es abordar al menor antes de que ingrese al sistema penal. Para eso necesito a los ministerios de Salud, de Promoción Social, a los propios municipios, que detectan en su entorno a los chicos en riesgo para rescatarlos del ingreso al delito. Hay gente que ya está trabajando y a la que le apoyaremos desde el Ministerio.

—La ley del personal policial cambió mecanismos de calificación cuestionados, propuso ascensos por concurso. ¿Avanzarán con ella o la cambiarán?

—Esta ley generó resistencias del personal policial. Pero tiene aspectos avanzados. El tema es que no fue adecuadamente reglamentada. Y tiene una muy mala implementación. Tenemos que ver donde estamos parados e introducirle las mejoras que haya que hacer. Estamos en una etapa de diálogo, intentaremos buscar consensos y luego tomaremos decisiones.
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Cuenca, ayer en su estudio. Dice que la acción de Salud Pública y Promoción Social es esencial para evitar la formación de delincuentes. Y que no dejará a los policías en situación de indefensión.


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