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sábado,
06 de
octubre de
2007 |
Cuando la escuela no ve ni escucha
El niño de Corrientes de 12 años que acuchilló al compañero con el que compartía la escuela tal vez padezca el mismo problema que "Junior" o "Pantriste", quienes mataron a sus compañeros. La escuela debiera abordar estas problemáticas, en estado germinal, comenzando a detectar a los alumnos "dominantes" que subordinan a los "recesivos", bajo jerarquías impuestas por aspecto físico, capacidad intelectual y otros atributos distintivos. Estos casos suelen ser mal diagnosticados como "liderazgos" y nadie observa los recursos violentos o perversos con que mantienen su poder, solos o acompañados. El síndrome de bullyng (de burla y ridiculización) en la vulnerable etapa puberal, en medio de bruscos cambios neurohormonales y bajos niveles cognitivos, suele provocar respuestas de "rabia", a veces despiadada. Lo que más detectamos los pediatras y hebiatras son manifestaciones corporales de las víctimas, que consultan por gastritis, broncoespasmos, diarreas, distracciones, fobias o pánico a la escuela. Si bien es excepción la reacción homicida, muchos responden en forma compulsiva. "Compulsión es la ejecución de un acto irresistible, una necesidad irresistible que lleva a ejecutar un acto contra la voluntad de quien lo ejecuta. Incluso, en muchos casos, se intenta detener el acto pero no puede" (J. Yaryura-Tobías). En siglos pasados, se creía que la domesticación o amansamiento, con premios y castigos, era efectiva; después se aprendió que existen otras maneras de enseñar a convivir en forma simétrica y pacífica. Lamentablemente, se avanza en estudios genéticos descubriendo los complejos diseños para la anatomía del cuerpo, pero no se investiga el proceso de troquelamiento (Lorenz) con que funciona el humano entero. A esto se agrega el negocio de algunos medios, que incrustan cada vez más pornografía y violencia. El ataque rabioso a alguien de la misma especie es comandado por instintos desnudos, nacidos en el cerebro reptiliano. Tal vez una resonancia magnética muestre cómo el violento presenta lesiones en este lugar específico o alteraciones en la corteza cerebral, patrimonio del humano, capaz de utilizar el lenguaje, no la reacción irracional. Eso confirmaría la inimputabilidad, no solo por la edad, sino por la mutación que padece nuestra especie, en estado de involución.
Mirta Guelman de Javkin
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