|
domingo,
23 de
septiembre de
2007 |
“El oficialismo cuenta con todas las chances de ganar sin ballottage”
Walter Palena / La Capital
Rosendo Fraga sostiene que en política no todo es ciento por ciento de certidumbres. Hay márgenes, zonas grises, imponderables que pueden cambiar el destino político de un país. Pero si no sucede nada brusco que sacuda las entrañas del gobierno, el oficialismo está en condiciones en octubre de ganar la elección en primera vuelta y sortear el ballottage.
El politólogo porteño, quien comanda el Centro de Estudio para la Nueva Mayoría, estuvo el viernes en Rosario para hablar en la clausura del Tercer Congreso de Economía Provincial que organizó la Fundación Libertad. Previo a su disertación, mantuvo un extenso diálogo con La Capital, donde analizó el panorama político actual en la antesala de la crucial elección presidencial del 28 de octubre.
Fraga argumenta que las chances del oficialismo para ganar en primera vuelta se sustenta en tres situaciones ventajosas: el sistema electoral, la fragmentación de la oposición y el peso electoral de la provincia de Buenos Aires. “Si hubiera un ballottage a la francesa, donde gana el que obtiene el cincuenta más uno de los votos emitidos, podría asegurar que hay segunda vuelta. Pero este sistema permite ganar sólo con el 45 por ciento o si le saca 10 puntos de diferencia al primero. Por lo que es muy probable que el oficialismo se imponga claramente sin necesidad de ballottage”, dijo.
En el caso hipotético de un ballottage, Fraga sostiene que entre Elisa Carrió y Roberto Lavagna podría estar el candidato que confronte con Cristina Kirchner.
También agregó un breve comentario sobre el triunfo de Hermes Binner en Santa Fe. Dijo que dependerá de la gestión que realice el socialista en la provincia como para que su figura se proyecte a nivel nacional y liderando un espacio de centroizquierda para el 2011.
—Completado el mapa electoral de las provincias, ¿cómo observa el escenario de las elecciones presidenciales del 28 de octubre?
—Empecemos a hablar de posibilidades y probabilidades. Claramente queda un oficialismo con muchas más chances que la oposición. Hay tres situaciones que juegan a favor del oficialismo. Primero, con este sistema electoral hay un 80 por ciento de posibilidades que Cristina Kirchner gane en primera vuelta. Si tuviéramos el ballottage al estilo francés, como lo tienen Brasil, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, hoy diría exactamente lo contrario: hay un 80 por ciento de chances de que se vaya a segunda vuelta. Segundo, tenemos la oposición más dividida de la historia política argentina. La combinación de este sistema electoral tan particular con la oposición fragmentada, es lo que le incrementa las chances del oficialismo. Con este sistema basta que el primero llegue al 40 por ciento y le saque diez de ventaja al segundo para ganar en la primera vuelta. Tercera, la diferencia que hace el gobierno en la provincia de Buenos Aires, que es el 40 por ciento de los votos efectivos.
—¿Ese punto no parece ser el más crucial de todos?
—Puede ser, pero hay una combinación de factores. Pero en este caso y para dar una idea del peso electoral de la provincia tomemos el ejemplo de La Matanza, el municipio más poblado del gran Buenos Aires, que equivale en votos en una elección presidencial a Tierra del Fuego, Santa Cruz, San Luis, Catamarca, La Rioja y La Pampa sumadas. Esa ventaja hace que sea muy poco probable que el peronismo baje del 40 por ciento de los votos.
—¿Entonces el que le garantiza el triunfo al gobierno es una persona como Scioli, que tiene un perfil diferente a lo que es el kirchnerismo paladar negro?
—Eso es absolutamente correcto. El discurso de Scioli no tiene nada que ver con el de Kirchner. En términos simples: El presidente siempre tiene un discurso de conflicto y confrontación; en cambio el de Scioli es todo lo contrario, representa la mesura y la conciliación. La diferencia de estilo político nos indica que son, a la vez, dos proyectos, porque en esa diferencia de estilo, de alguna manera, subyace también una diferencia ideológica. Acá también entra a jugar la compleja y ambigua relación que tienen los Kirchner con el peronismo. Scioli, en un gobierno de Cristina, aparece como un referente del PJ tradicional para generar dentro del peronismo lo que lo ha caracterizado durante las últimas décadas, que sabe hacer oficialismo y oposición, y que sabe generarse las propias alternativas a sí mismo.
—¿Cuál de todos los candidatos presidenciales tiene más chances de llegar a una segunda vuelta?
—El segundo lugar está claramente en disputa entre Lavagna y Carrió. Son dos postulantes totalmente opuestos: Carrió es la candidata de la denuncia, Lavagna es el candidato de la gobernabilidad. Lo que hay que ver, en la proximidad de la elección, qué es lo que privilegia más la sociedad. De todas maneras, si hoy se votara, Cristina saca 45 por ciento, contra el 15 de Lavagna y el 15 de Carrió, con lo cual ya vemos al gobierno ganando por 30 puntos. Pero habrá que ver si el electorado opositor privilegia más la gobernabilidad o lo que implica la denuncia como cultura política.
—Si es Carrió la que llega a segunda vuelta, ¿no acrecienta las chances de Cristina?
—Acá hay que ver dos cosas. Si al momento de votar se piensa en gobernabilidad, evidentemente a Cristina le conviene Carrió. También es cierto que, puestas a competir, son dos mujeres que pueden generar en el electorado reacciones diferentes. Mi impresión es que el oficialismo prefiere, ante un eventual ballottage, a Carrió antes que a Lavagna.
—En los tres grandes centros urbanos del país, como Capital Federal, Rosario y Córdoba, no ganó el peronismo. ¿Que indica eso?
—Hay dos conceptos: ideología y cultura política. Me parece que los sectores medios están votando pensando en la cultura política, que puede ser Macri en Capital Federal y el socialismo en Rosario, o el caso de Juez en Córdoba. Una renovación donde ya no se vota a las estructuras tradicionales del peronismo ni del radicalismo. Creo que la voluntad de la clase media es el voto que ha perdido el gobierno a lo largo del año. Si se hubiera votado en marzo sacaba el 60 por ciento de los votos y hoy obtiene el 45. Creo que acá se empieza a manifestar en los sectores medios una vocación de cambio político. Más que ideología, lo que se está buscando es un cambio de cultura democrática.
—¿Qué representa, en el plano nacional, el triunfo de Binner en Santa Fe?
—Genera mucha expectativa y su proyección dependerá de la gestión que realice en la provincia, por eso se lo va a observar mucho. De eso también depende que pueda liderar en el futuro una coalición de centroizquierda. Lo mismo le va a pasar a Macri en Capital Federal. Son dos fenómenos que representan la renovación de la política.
—La oposición comenzó a sembrar dudas sobre la transparencia de los comicios, sobre todo por lo que sucedió en Córdoba. ¿Esto tiene asidero o es pura estridencia de campaña?
—Los mecanismos electorales no son algo aislado de la sociedad. Así como la Argentina es el mejor país en América Latina en calidad de vida y en desarrollo humano, en los estudios de corrupción está dentro de los peores del continente. Esa es la gran dicotomía. En un país donde hay un bajo nivel de cumplimiento de la norma, entonces los mecanismos electorales también se contagian. Cuando el supuesto fraude tenía lugar en una comunidad indígena de Formosa, eso no tiene impacto, pero cuando eso sucede en Córdoba, que es una provincia con una gran cultura política y una tradición de no fraude, el impacto político es mucho mayor. Con lo cual la conclusión en muy concreta: cualquier elección que se dirima por menos de tres puntos entra hoy en una discusión.
—¿Cuál es el impacto del anuncio de Duhalde al regreso de la política activa?
—Creo que Duhalde hoy tiene bajo grado de gravitación. Tengo que reconocer que también en el año 2000 la tenía, y después la crisis lo llevó a la Presidencia. Hay quienes piensan que como el gobierno de Cristina va a tener dificultades, frente a alguna crisis el peronismo tradicional puede recuperar un protagonismo que con Kirchner perdió. No creo que Duhalde piense en volver a ser presidente, pero calcula que puede tener algún rol, como coordinando a sectores del PJ en la recuperación protagonismo del peronismo si Cristina enfrenta alguna crisis en los próximos cuatro años.
—¿Qué cambia en el kirchnerismo con Cristina en el poder?
—Para mí hay claramente un cambio de estilo y sobre todo un cambio de estilo diplomático. Pero cuidado, la diplomacia es un instrumento de la política exterior, no es la política exterior en sí misma.
—¿Cambia el eje entre Argentina y Chávez?
—Con Chávez no va a cambiar en el corto plazo porque Kirchner deja una trama de financiamiento con bonos, importación de gasoil y una serie de negocios, como el caso de Sancor. Aunque quisiera en el corto plazo, Cristina no lo podría cambiar. Quizás una actitud firme contra Irán en el plano internacional sea como una actitud compensatoria con los EEUU.
—¿Y la relación con el Fondo?
—Esto es todo un dilema. Cristina quiere acordar pagar la deuda con el Club de París sin pasar por el Fondo Monetario Internacional, y no sé si esto lo podrá hacer. l
enviar nota por e-mail
|
|
|