Lecciones de una tragedia

La explosión que mató a un operario y dejó sin luz durante horas a 45 mil clientes de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) no es sólo un episodio trágico y lamentable sino también un llamado de atención a las autoridades de las compañías, tanto de la que provee de energía a los santafesinos como de las que ésta subcontrata para atender distintas áreas del servicio que presta.

Aunque la EPE se apresuró a aclarar que la explosión obedeció a un supuesto error del operario fallecido, conviene recordar que nunca son pocas las precauciones que deben tomarse cuando la vida de los trabajadores está en riesgo por la alta peligrosidad de las tareas que realizan.

Un buen ejemplo es el de la construcción, que a caballo de un boom que hace florecer nuevos edificios cada día, expone a miles de obreros a riesgos que en muchos casos son una amenaza constante para sus vidas.

En el caso de las empresas del Estado no se puede menos que esperar buenos ejemplos, no sólo de la calidad del servicio que prestan sino también del cuidado que deben dispensar a sus operarios. En la EPE, puntualmente, se trata de empleados que muchas veces trabajan en condiciones de alta peligrosidad y su protección no puede quedar reducida a los recaudos que ellos mismos adoptan. Por el contrario, tiene que ser parte de la política de la empresa cuidar su integridad física y sus vidas, incluso cuando trabajen para pequeñas compañías con las que terceriza parte de su actividad.

Aunque la vida del joven operario fallecido es irrecuperable, habría que honrarlo tomando lecciones que eviten más tragedias.