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 domingo, 23 de septiembre de 2007  
Tiempos difíciles

Carlos Duclós/ La Capital

Nadie los quiere, pero parecen ser inevitables. Paradójicamente, es el mismo ser humano el que los moldea y les insufla vida. Charles Dickens los llamó, en una de sus obras, “Tiempos difíciles”. Parece que ya entonces, allá por mediados del siglo XIX, cuando comenzaba a gestarse la segunda revolución industrial, la fortificación del industrialismo, también había tiempos difíciles como los que hoy afronta la humanidad. Tiempos difíciles en todas partes y que se presentan de diferentes modos. Tiempos difíciles en Medio Oriente, en Argentina, en Santa Fe, en Rosario, a la vuelta de la esquina. Tiempos difíciles para miles de millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños sobre la faz de la tierra y tiempos difíciles para cada “yo”. Los días de las dificultades tienen un origen, siempre es el mismo, siempre parten de la misma fuente.

La fuerza de la fuente puede ser grande o no y en consecuencia los efectos se miden por tal fuerza, pero los días y las circunstancias aciagas para la humanidad en general y para el ser humano en particular parten del mal.En el orden internacional se observó una actitud que provoca temor y muestra la realidad: las autoridades iraníes, ufanas y desafiantes, han mostrado al mundo su poderío en un desfile militar realizado hace pocas horas. En la parada, se presentó a la sociedad el nuevo misil, con alcance de hasta 1.800 kilómetros, que podría causar en forma directa estragos en el Medio Oriente y un incendio en el mundo. La amenaza de las autoridades iraníes no debe ser tomada sólo contra Israel, sino contra todos los países que no se alineen con su particular forma de observar el orden mundial. Y como se ha dicho en estas columnas hace tiempo atrás, la Argentina no está exenta de ser considerada blanco de ataques.



Amenaza. Hace pocas horas, un diplomático de Irán en Argentina ha sostenido que si el presidente Néstor Kirchner acusa a Irán ante las Naciones Unidas por la causa Amia, "muchos países entenderán que la Argentina está a favor de la guerra". Y añadió que "este es un año en el que va a haber muchas tensiones. Para nuestro país, esta asamblea es muy importante: va a mostrar qué países están a favor o en contra de la guerra; qué países están a favor o en contra de Irán". Pareciera que estar a favor de la justicia es estar en contra de Irán y una declaración de guerra. Rara forma de entender un orden justo y en paz que sólo podrán comprender bien los Farinello o los D'Elia.

Es que tal vez el gobierno está ensimismado en sus problema domésticos (que no son pocos) y absorto en la campaña electoral. Lo cierto es que en el marco de la vida argentina también hay tiempos difíciles. El “maravilloso” y publicitado acuerdo entre el gobierno y los productores de papas para poner el precio de ese producto a 1,40 pesos es un simple ejemplo del cuadro de situación. El tal acuerdo no fue más que una reunión ante las cámaras y las amas de casa podrán referirse con más autoridad al respecto. Como esto muchas cosas para medir la realidad.No obstante lo “fabuloso” que resulta el auge económico, gran parte de la sociedad se ha dado cuenta de que muchas cosas son meros sueños, como el dígito de la desocupación. Y para bien de las autoridades argentinas, tal parece que por diversas razones una gran parte de esa sociedad no se quiere despertar. Es que tal vez vivan parafraseando a Calderón de la Barca: “Ande yo caliente, que proteste el resto de la gente”.Y no se acaba la cuestión argentina en el problema económico. Nada de eso, hay tiempos difíciles en otras instancias, en otros ámbitos y circunstancias de la sociedad. El delito, por ejemplo, es un fantasma escandaloso del que nadie se ocupa. Los robos seguidos de muerte en el país han alcanzado cifras asombrosas, jamás vistas. Son miles los muertos en el país por año y por esta causa; más sin embargo, de eso no se habla y a la hora del voto “esas cosas” no se tienen en cuenta. Vale más, según parece, en los tiempos difíciles, la estabilidad de la moneda y el bolsillo en calma de algunos que la propia vida.



Reacomodamientos. Luego de la derrota que sufrió el Frente para la Victoria en la provincia de Santa Fe, tal parece que hay un reacomodamiento. Varios dirigentes reutemistas han hecho escuchar sus opiniones en las últimas horas. Uno, por ejemplo, ha vuelto a insistir sobre una frase que había pronunciado hace unos días atrás: “Es hora de que quienes ganan o que por lo menos no han perdido, ni son eternos perdedores, ejerzan el poder”.

Pero esta vez fue más allá y expresó una frase contundente y que no admite dudas: “Los justicialistas debemos preguntarnos que partido queremos para la provincia de Santa Fe, si un partido manejado por la Casa Rosada o un partido conducido por santafesinos independientes del poder central”. ¿Lo habrá dicho tal vez por quienes vienen de varias derrotas electorales y de perder la última interna y que hablan en algunos carteles de “conducción”? ¿Por los foráneos que arman estructuras en territorio santafesino? Por otra parte, se están realizando reuniones de no pocos dirigentes, e importantes, del norte y sur provincial, quienes bregan por la unidad del peronismo, al menos la unidad de aquellos grandes sectores que, aun con sus diferencias, se encuentran en puntos comunes.

Más allá de las expresiones conocidas en las últimas horas que han dado lugar a reacciones y aclaraciones, merece ser considerado el hecho de que al PJ lo único que le queda por hacer, ahora, es unirse en torno a un proyecto común en el que confluyan actitudes serias, responsables y donde tengan protagonismo aquellas personas de talento y voluntad de trabajar por el bien común.

En esto, cabe resaltarse la reunión mantenida entre Jorge Obeid y Carlos Reutemann que, con toda seguridad, no caerá muy bien a los dirigentes de siempre a los que la comunidad ya no quiere y que sólo servirán de lastre y serán útiles no más que para hacer más agudos e insoportables los tiempos difíciles que vive el peronismo.


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