Empresas

El capital emocional de las mujeres

Hoy la empresa se enfrenta a un futuro mucho menos previsible. El acceso a la información ya no es una barrera infranqueable y el capital intelectual basado en ella pierde “valor de cambio” cuando su oferta se expande gracias a la divulgación. El “saber hacer” no es inalcanzable si se tienen metas claras; si se tiene un buen proyecto se puede acceder a profesionales capacitados, a la tecnología y al capital para financiar la inversión.

En este contexto qué herramientas le quedan a las empresas que esperan mantener o incrementar su participación en el mercado basándose sólo en la “buena imagen” que acompañó su nombre o sus marcas. Existe entonces un nuevo desafío para las empresas: dotarse de los atributos de sensibilidad de la mujer para comprender las verdaderas preocupaciones de la sociedad actual. Esa sensibilidad le permitió a la mujer ser la gran triunfadora del siglo, la que puede ser madre y presidente de una Nación a la vez; la que puede ser profesional o empresaria y tener amigas que son amas de casa. A la empresa le queda comprender con la sensibilidad de una mujer las nuevas demandas en un contexto social, un nuevo paradigma que le exige la capacidad de entender y atender los sentimientos del usuario.

El desafío para la empresa es dotarse de un “capital emocional” en el que se incluyen los recursos que le permiten comprender, con la velocidad que exige el mercado, las nuevas necesidades que se escriben con tinta de amor, odio, compasión, bronca, éxtasis y angustia. La mujer, desde los inocentes juegos de infancia y durante el resto de su vida, se ejercita en desarrollar esa capacidad.



Claudia Fabri

Asesora de empresas

[email protected]