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domingo,
23 de
septiembre de
2007 |
Trabajo. Tras la devaluación, la negociación entre gremios y empresas se centró en pactar salarios para acompañar la inflación. Ahora hay nuevas demandas
Sindicalismo: qué hay más allá de las paritarias
El encuadramiento gremial y las escalas de salarios forman parte de la nueva agenda
Marcos Cicchirillo / La Capital
El cambio de ciclo económico que se abrió luego de la devaluación tuvo entre sus efectos una recuperación de la gimnasia de disputa salarial y un mayor protagonismo de los sindicatos. Si hasta ahora esa dinámica se expresó fundamentalmente en la carrera entre salarios e inflación, una nueva generación de conflictos gremiales comienza a despuntar. Disputas por la representación, tensiones entre organizaciones de base y cúpulas sindicales, trabajadores de actividades tercerizadas que buscan nuevo encuadramiento y demandas que apuntan ya no sólo al aumento de salarios sino a la readecuación de la pirámide de ingresos, comienzan a tallar en la relación entre capital y trabajo.
En un escenario de crecimiento económico, bajo desempleo y aceleración del ritmo inflacionario, la disputa por el ingreso ya no tiene el colchón de las ganancias extraordinarias posdevaluación. El gobierno nacional busca administrar esta tensión con el llamado a un “acuerdo social”, una forma de cristalizar las variables que caracterizan el actual modelo de acumulación basado en el tipo de cambio alto.
El pacto implicaría un techo a las expectativas salariales de los trabajadores y la aceptación de algunos controles de precios para los empresarios.
Pero la realidad laboral y la disputa entre el capital y el trabajo tiene una complejidad que no es tan fácil de congelar en un pacto que involucre compromisos para sostener techos de salario e inflación.
La recuperación de la dinámica sindical alumbró la aparición de nuevas demandas y conflictos. Comisiones internas que llevan sus demandas y luchas más allá de los sindicatos o federaciones, reclamos de nuevos encuadramientos por parte de los empleados en sectores tercerizados durante la década del 90 (logística), nuevas actividades (call centers, repositores) que no encuentran lugar en acuerdos colectivos que en su mayoría datan del 75, peleas intergremiales por el encuadramiento de los trabajadores de distintos rubros en una misma empresa (Moyano vs. Cavallieri) y superposición de actividades a representar.
La recuperación de la pirámide salarial, buscando ensanchar las diferencias entre categorías, es también una demanda que crece con fuerza en todos los sectores de actividad.
En la administración pública se suma a la mayor actividad sindical de los profesionales, como en el caso de los médicos municipales y provinciales. La comparación entre distintos convenios, como una búsqueda de reacomodamiento de “salarios relativos”, también es fuente de nuevas demandas.
Esta horizontalización de los conflictos sindicales promueve el diseño de una nueva táctica por parte de los empresarios, que en los 90 ganaban con la dispersión sindical y hoy buscan cerrar acuerdos con cúpulas gremiales que le garanticen un canal único de negociación, que contenga esas demandas. Buscan un menor costo pero sobre todo interlocutores fijos. “Hay sindicatos con los que negociás con la conducción y te olvidás, en otros arreglás con uno y, como no controlan su gremio, al otro día igual tenés un conflicto”, señaló un industrial metalmecánico de la región que hoy deshoja la margarita entre dos gremios para firmar un convenio que enmarque una nueva inversión.
El abogado laboralista Horacio Zamboni coincidió en que los empresarios modificaron su actitud a la hora de entablar la discusión salarial. “No quieren negociar más los convenios por empresa como en la década pasada sino que ahora buscan que la entidad empresaria que los representa cierre un acuerdo a nivel nacional”, dijo, y explicó que esto se debe a que la relación de fuerzas con la caída del desempleo cambió y ahora les cuesta más imponer condiciones laborales y más cuando necesitan de los trabajadores para cubrir la creciente demanda de bienes”.
Zamboni agregó que, inclusive, muchas empresas hoy prefieren pagar mejor a los trabajadores que están bajo convenio que renegociar cada vez con más frecuencia y al alza con los contratistas que se habían quedado con esas áreas tercerizadas.
“Se dieron cuenta que en lugar de darle ese 40% o hasta un 70% por sobre el salario a una agencia de empleo temporario, les conviene otorgarles una parte importante de esos mismos recursos directamente a los trabajadores. Los tenían más contentos y con menos riesgos de perderlos”, señaló.
Los orígenes
Los primeros indicios de este fenómeno surgieron con las demandas de los telefónicos en los call centers, los empleados de subtes y médicos de hospitales como el Garraham en Buenos Aires, pero que en el último año se extendieron a otros puntos del país. En Rosario, los conflictos de los médicos municipales, el de los trabajadores del Lavadero Virasoro y el de los repositores de la industria láctea, son los que tomaron mayor estado público.
A otro nivel, la avanzada en los dos últimos años de los camioneros conducidos por Moyano sobre los mercantiles de Armando Cavalleri (que al revés de la mayoría de los gremios durante los 90 ganó en afiliados, gracias al 2% que los empresarios aportaban a su ventanilla por “uso de convenio” pero nada de reclamos), y la ofensiva sobre otra veintena de sindicatos más durante el 2007, puso al límite la pax dentro la CGT.
La contracara de esa disputa se dio recientemente en Rosario, cuando el gremio de Empleados de Comercio, en un hecho inédito, salió a apoyar el reclamo de los repositores de La Serenísima para pasar del convenio mercantil al de los trabajadores de la industria láctea nucleados en Atilra.
Desde ambas conducciones se apuntó rápidamente a desactivar cualquier sospecha de disputa intergremial frente a un conflicto provocado por la intención empresaria de jugar a la baja con la diferencia de convenios colectivos.
En la transformación del modelo sindical durante los 90 pueden encontrarse elementos comunes de estos reclamos. “La expansión de nuevas formas de contratación precarias e inestables, la tercerización de servicios; el cuestionamiento de las formas de negociación colectiva y su reemplazo por acuerdos individuales y por empresa, los aumentos por productividad; en fin, los cambios implicados por la imposición de las nuevas formas de gestión y organización del trabajo, repercutieron profundamente en las formas de representación sindical”, explicó la socióloga Maristella Svampa en un artículo publicado en el Le Monde Diplomatique.
El diputado arista y delegado de la UOM de Villa Constitución, Aldo Strada, agregó otros elementos: la reducción de los niveles de desempleo que operaban como disciplinador, la aceleración de la inflación y la baja actividad de los sindicatos dentro de las fábricas.
Gremios afuera
Un hecho, este último, que quedó reflejado en un trabajo realizado por el economista Eduardo Basualdo en base a la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que elabora el Ministerio de Trabajo de la Nación. El relevamiento expone que el Gran Rosario tiene la mayor proporción de trabajadores privados registrados afiliados a sindicatos (57,2%). Otros aglomerados como Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Tucumán, en promedio están 20 puntos porcentuales por debajo a los de esta región.
Sin embargo, la existencia de delegados gremiales dentro de las empresas es la más baja (10,5%), aún cuando el 76% de las firmas señalan que tienen dentro de su plantilla trabajadores afiliados a algún sindicato. Strada opinó que aunque las empresas aceptan al gremio como interlocutor y prestador de servicios (salud), no lo quieren dentro de la fábrica.
Con estos datos en la mano, Strada señala que “indudablemente si no hay una estrategia única en estos conflictos es justamente porque están muy debilitadas las representaciones nacionales” y también porque hay actividades “nuevas” o tercerizadas que fueron encuadradas en gremios que funcionaron durante la década pasada prácticamente como agencias de empleo.
De allí que el legislador aseguró que el rol del Ministerio de Trabajo y de su par provincial en estos años no fue “neutral”. Recordó que tienen el poder de establecer si es correcto o no el encuadramiento de los trabajadores en uno u otro convenio.
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Los repositores locales de La Serenísima salieron a dar pelea por el encuadramiento sindical.
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