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 domingo, 23 de septiembre de 2007  
En dos ruedas al castillo de Camelot

Norberto Puntonet / La Capital

Le llevó dos años construir una moto distinta, única y vistosa a la que llamó Excalibur. Dos años más recorrer casi todo Estados Unidos y Gran Bretaña, y para llegar al final del camino, al destino que se había fijado: las ruinas del famoso castillo de Camelot, el del rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda, en Cronwell, al sur de Inglaterra.

   Daniel Echeverría es un rosarino amante de los fierros y apasionado por las motos, experto en informática y constructor autodidacta, que modeló piezas en madera, yeso y luego en bronce buscando que representen fielmente la simbología celta del siglo VII después de Cristo. Pero además se atrevió a concretar un sueño: el de pasear su exótica obra por los circuitos motoqueros más importantes del mundo, a lo largo de la legendaria ruta 66 norteamericana. También recorrió los verdes valles de Irlanda del Sur y del Norte, Escocia y Gales, donde aún se conservan los más representativos castillos medievales.

   Echeverría transformó en dos años y medio una vieja Kawasaki 1.000 LTD 79 en una mezcla de caballo y dragón del Medioevo que exhala fuego por sus fauces. En marzo de 2005, poco antes de subirse al avión y emprender su aventura, le explicó a La Capital que su moto sería el medio que le permitiría conocer lugares y “gente linda”. Y no se equivocó.

   “Esto es una cosa de locos. Cumplí mi sueño de conocer este lugar, recorrí miles de kilómetros con Excalibur y encima la gente me da dinero por sacarse fotos conmigo”, contó Echeverría desde Londres, poco antes de abordar un ferry que lo llevará por el Canal de la Mancha hasta Francia.



Folletería. El motoquero, ataviado con ropas de época, lleva en un carro también diseñado por él, una buena cantidad de folletos con imágenes de su dos ruedas. En cada ciudad que visita busca el rincón más concurrido del lugar y despliega sus folletos. La gente se agolpa a observarla y a charlar con él y le dejan buena propina. “Una tarde en Dublín —recordó— me hice más de mil euros. La verdad es que acá la gente me ve como a un artista y a la moto como una obra de arte. En cambio en Rosario no me valoraban: «¿De dónde salió este payaso?», me decían”.

   Tuvo que pasar por Estados Unidos y aparecer en radios, diarios, revistas y canales de televisión para caer en la cuenta de su popularidad. “Cuando llegué a Londres busqué un lugar cerca del Big Ben para mostrar este joya. A los pocos minutos me rodearon cinco patrulleros en abanico porque llevaba la espada en una de las alforjas; una arma peligrosa y prohibida para ellos en la vía pública. Terminé sacándome fotos con los policías y firmándoles autógrafos porque me habían visto en American Choppers, el programa motoquero más visto en el mundo”, contó.

   Echeverría reveló que antes de fin de año estará en Rosario y que Excalibur se quedará en España, en casa de algún amigo. “El año que viene volveré a Europa y recorreré todos los países que pueda, porque cuando me monto a Excalibur me siento otra persona, un guerrero, un rey”, aseguró. l
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