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sábado,
22 de
septiembre de
2007 |
“No tengo una conexión directa con una forma de samba y eso se nota en los conciertos”
Orlando Verna / La Capital
Quizás las marquesinas sean injustas con la genialidad de quienes apuntalan a las estrellas con su música. Tal es el caso del chelista Jaques Morelenbaum, quien, reflejado en la imagen de Heitor Villa-Lobos, trabajó diez años con Antonio Carlos Jobim, cinco con Egberto Gismonti y desde 1992 comparte estudios de grabación y escenarios con Caetano Veloso. Con estos dos últimos visitó Rosario. Además tocó con Gal Costa, Marisa Monte, Chico Buarque, Milton Nascimento y Carlinhos Brown, además de David Byrne y Sting, redondeando la escalofriante cifra de haber participado en más de 500 álbumes.
Educado en conservatorios y las ruedas de música en los barcitos cariocas, Morelenbaum despliega su simpatía sentado en Notorius, una elegante disquería y restobar de la avenida Callao, en pleno Buenos Aires.
El músico llegará por tercera vez a Rosario, en esta ocasión con su propio grupo, para presentar “Cello Samba Trío”, mañana, a las 21, en el auditorio del Parque España (Sarmiento y el río).
—¿Cómo es el show que propone este nuevo trío?
—Aprendí mucho sobre la economía de la música con Jobim. Siempre que llamó la atención la síntesis con la que alcanzaba sus objetivos emocionales, la profundidad que conseguía su música con pocos elementos. Y esa es una inspiración para la búsqueda que emprendimos con el trío, de tener lo esencial para conseguir llegar allá donde queremos.
—¿Qué significa el samba en su mundo musical?
—Brasil tiene una riqueza absurda de estilos musicales pero el samba sintetiza su espíritu musical. Tiene armonías y melodías europeas, ritmo de Africa e influencias indígenas. El samba es la música nacional brasileña.
—¿Qué límites supone hacer samba con un trío?
—Su esencia esta representada conmigo en la melodía, la armonía y el swing con la guitarra y el ritmo con la batería. Antes, la formación era con percusión, pero ahora estamos con el baterista Rafael Barata que tiene la habilidad para transformar la batería en percusión. Y cuando la guitarra de Lula Galvao hace las improvisaciones, yo me transformo en el bajista.
—¿De dónde proviene su gusto por el samba?
—Soy la primera generación de brasileños, porque mi familia es europea. Mi padre nació en Polonia y mi madre en Brasil, pero sus padres son rusos. Ambos son músicos, dedicados a la música erudita y muy radicales. Música era sólo la clásica. Cuando yo me entendí como músico, en mi juventud, tuve la necesidad de identificarme con la cultura brasileña. Siempre me interesó la creación musical. De joven me fascinaba la improvisación, la creación momentánea. Entonces mi atención se volvió hacia la música popular y en Brasil, y sobre todo en Río de Janeiro, el samba está en todas partes.
—¿Cuál de todos los estilos de samba aborda?
—No tengo una conexión directa con una forma de samba y esto se nota en los conciertos. Busco hacer un panorama del samba. Mi intención en este espectáculo es hacer una panorámica del samba. Desde el samba de Noel Rosa, hacemos uno de Jacó do Bandolim que es su contemporáneo y que tiene mucha conexión con el choro, hasta bossa nova, un tema mío, y especialmente de los músicos con los que he trabajado como Jobim, Gismonti, Caetano Veloso, Gilberto Gil. Busqué los compositores que me gustan más para este universo que presentamos acá (por Buenos Aires).
—Usted es considerado uno de los mejores arregladores del mundo, ¿podría definir su estilo en ese metier?
—Mi estilo se basa o se podría definir como una entrega absoluta a lo que hago y un gran respeto por el compositor, por su arte. Mi voluntad es, también como intérprete, absorber la identidad del compositor e intentar imprimir en el arreglo una idea similar, como si yo fuera el compositor. El trabajo de arreglo es también un trabajo de composición, por eso tengo un respeto muy grande por los compositores.
—¿La unión de samba y jazz goza de buena salud?
—Hoy hay en Brasil un renacimiento del choro, que es un estilo de samba muy popular y muy ligado a la improvisación. El jazz se tornó un ícono mundial y cuando se habla de improvisación, se dice jazz. Pero nosotros, latinoamericanos, no tenemos obligación de seguir el estilo del jazz. Lo que hacemos es una práctica de improvisación sobre motivos brasileños. La forma es la misma: una forma universal de hacer comentarios personales sobre el tema, volver al tema y esperar una pausa.
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