Año CXXXVII Nº 49582
La Ciudad
Política
Opinión
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Educación
Estilo


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 26/08
Economía 26/08
Señales 26/08
Educación 25/08
Mujer 25/08
Estilo 04/08

contacto
servicios
Institucional

 sábado, 01 de septiembre de 2007  
El debate por la promoción asistida
El régimen por el cual los chicos de primero no repiten de grado cosecha críticas

Marcela Isaías / La Capital

“La calidad educativa no se determina por decreto”, dice la supervisora de la Regional VI de Educación, Susana Dolber, al analizar el régimen de promoción asitida que actualmente se implementa en la provincia, y por el cual los chicos de primer grado ya no repiten de año. Dolber es también educadora del nivel superior y asegura que el mayor problema de esta medida es haberla determinado sin consultar a los docentes, sin planificación adecuada ni recursos indispensables. Habla de la repitencia, una problemática que alcanza al 10,74 % de los chicos santafesinos del 1er. año EGB.

Pero esta discusión instalada en el sistema educativo tiene su historia. Cuando en los últimos días de diciembre pasado se conoció por los medios que todos los chicos de primer año de la EGB o grado pasaban automáticamente al segundo, docentes y padres quedaron sin palabras. La medida tomada por la ministra de Educación de Santa Fe, Adriana Cantero, sorprendió a las escuelas santafesinas. Muchos dudaron del alcance hasta que el 16 de febrero de este año, la resolución Nº 1637 (28/12/2006), ingresó formalmente a las regionales educativas. De ahí en más comenzó una larga discusión —que continúa— sobre la validez de un proyecto que nació sin consenso ni debate alguno.

Si bien en un principio la propuesta oficial hablaba de “promoción automática”, más tarde el término fue corregido por el de “promoción directa y asistida”, tal como se lee en el decreto 489 (3/4/2007). Y en rigor, las mayores críticas se escucharon cuando se conoció que la asistencia prometida estaría a cargo de estudiantes de los profesorados en carácter de pasantes y de maestros jubilados. Proyectos que quedaron sin efecto, protesta gremial mediante.

“La argumentación que sostiene la promoción asistida es indiscutible”, dice Susana Dolber, también docente, profesora y licenciada en ciencias de la educación, en referencia al respeto por el aprendizaje de los niños. Pero enseguida advierte que el problema se plantea por ser un régimen “impuesto, no organizado y sin planes de instrumentación”.

Dolber cursa el doctorado en ciencias de la educación, es docente de residencia en el Normal Nº1 y profesora en la carrera de psicología. Tiene 39 años de trayectoria docente, fue maestra, directora de escuela y desde el 2002 es supervisora de 28 escuelas de la región, entre las que se encuentra la de Cabín 9, la más grande de la provincia por su matrícula, y otro tanto de instituciones de Pérez, Rosario, Zavalla, Villa Mugueta, Alvear, Acebal, Maizales, Arminda y Pueblo Muñoz.

La educadora asegura que una buena cantidad de instituciones coincidieron en decir: “Si la promoción asistida hubiese sido estudiada antes, analizado cómo hacerla, hubiera sido interesantísima”. Al respecto, argumenta que esto tiene sentido, porque “en el planteo de la inclusión está la idea de permanencia, pero también la de la calidad educativa”.

—Es decir, ¿la inclusión unida a la idea de aprendizaje?

—Por supuesto, la escuela tiene una función educadora, que no es solamente enseñar a leer y escribir. Por eso es interesante la propuesta de alfabetización integral. El problema aparece cuando la promoción asistida no está asistida, cuando aparece sin que se sepa de qué se trata, y se pide implementar algo sin el conocimiento de cómo se proyecta. Los docentes no se niegan a incluir, lo que necesitan son recursos y que no son sólo económicos.

—¿Cuáles son esos recursos?

—La capacitación para trabajar simultáneamente con los grupos que pasaron sistemáticamente y los que lo hicieron por decreto. Uno y otro son una multiplicidad de singularidades. No hablo de necesidades especiales, sino de singularidades, donde el docente debería contar con recursos apropiados para garantizar la continuidad a los niños que han pasado al segundo año.

—¿Lo ideal hubiera sido entonces prever los recursos antes de lanzar esta promoción asistida?

—Claro, contar con una capacitación y planificación adecuadas. La capacitación propuesta por el Ministerio arrancó hace un mes. Hay muy pocos materiales de trabajo. Además se necesita de la colaboración de especialistas, porque hay situaciones que no se resuelven con una estrategia didáctica. Por otra parte, son múltiples las causas por la cual un docente decide una repitencia. Es conciente que hay una evaluación en proceso, con instancias de recuperación en diciembre y marzo. Debieron mantenerse esas instancias y recién este año empezar con otras propuestas evaluativas.

—¿Un ejemplo de esas singularidades sería el problema de las migraciones constantes, muy visibles en la provincia y ligadas a la pobreza, que provocan ausentismo escolar?

—Exactamente. Son chicos que no van a la escuela, que no tiene documentación. Chicos que no son una excepción, porque son muchas las escuelas donde la matricula cambia en determinados momentos del año, con alumnos que se van y otros que vuelven. ¿Creés que el docente no piensa cómo evaluar a ese niño para no dejarlo aunque sea en proceso? ¿Que hay intencionalidad para dejarlo de año? ¿Ayuda pasarlos a un segundo año para que se socialicen? Yo creo que se los aparta, porque se les proponen situaciones más complejas de solucionar para las posibilidades que tienen.



Cultura evaluativa



—Cuando se conoció la resolución de la promoción directa muchos docentes se sintieron desautorizados. ¿Coincide con esta visión?

—Totalmente, y en especial desde el punto de vista ético. Los indicadores que se utilizan para evaluar a un alumno son producto de un acuerdo institucional. El docente no determina solo cómo pasa un alumno de año, sino que en la institución se va conformando una cultura evaluadora, donde hay acuerdos, situaciones que se analizan con los maestros de los distintos años. Además se sintieron afectados por la imposición que significó el cambio de matrícula para los segundos años, sin tener pensadas estrategias adecuadas. Ante esto, una escuela emprendió la experiencia de dejarlos físicamente en primer año y matricularlos en el segundo. Es una experiencia muy valiosa, porque fue menos traumática para los chicos, y que ahora está siendo evaluada.



De la teoría a los hechos



—Con cargos genuinos para asistir a los docentes que trabajan en promoción asistida, ¿el panorama sería diferente?

—Por supuesto, la asistencia no se puede hacer desde la teoría. La promoción asistida tiene objetivos apoyados en la alfabetización integral que son una muy buena mirada para la actualidad, pero aquí partió sin planificación alguna. Falta organización, tiempo, porque los tiempos institucionales no son los de los escritorios. Uno puede pensar un proyecto pero luego hay que bajar a las instituciones a consultarlo sino se encuentra con muchos obstáculos, fundamentalmente en la organización de cada escuela.

—¿Valdría también rescatar la memoria pedagógica de la provincia?

—Santa Fe es precursora, vanguardista, una provincia a la que le gusta probar nuevas propuestas e innovar. Pero para esas innovaciones hay que tener memoria, para recoger lo positivo de lo que ya se ha evaluado y tener muy en cuenta lo que no sirvió, esto significa no repetir situaciones conocidas. Y para este caso puntual (promoción asistida), saber que un decreto no puede determinar la calidad de la educación. Entre esas experiencias valiosas, se podría haber consultado a los que llevan adelante el Programa No Graduado, a los docentes que atienden secciones múltiples en las escuelas rurales, por ejemplo.

—¿Cómo se continúa ahora? ¿Cuál es una salida posible?

—El punto de partida debería haber sido la consulta a los docentes, escuchado sus demandas, por eso ahora el mayor problema en cómo sigue esta situación es no pensar en una consulta seria y evaluar las dificultades que tuvieron los docentes. Por otra parte, está el derecho al perfeccionamiento en servicio, porque ahora no hay licencias ni posibilidades para que los maestros accedan por igual a la capacitación necesaria.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
“La calidad educativa no se determina por decreto”, dice la supervisora de la Región VI, Susana Dolber.

Notas Relacionadas
Experiencias que atienden a la niñez

Para Unicef la clave es la asistencia

Sobre los pasantes y jubilados


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados